Alpine va a motor por carrera y las cuentas empiezan a tambalearse nada más arrancar la temporada
Ya se barruntaba en la pretemporada que la fiabilidad podía ser el gran obstáculo a superar en las primeras carreras de 2022. El cambio de normativa conllevó la llegada de unos nuevos motores, que además de adaptarse a unas nuevas ordenanzas, abría la puerta a nuevas averías no previstas.
Alpine ha sido uno de los equipos en sufrirlo. Dos Grandes Premios disputados, dos problemas en el coche de Fernando Alonso, el último que conllevó a la retirada por precaución. Lo que parecía que era un susto mínimo se ha convertido en una preocupación seria, por mucho que el piloto asturiano llame al optimismo, especialmente cuando se ha descubierto el problema concreto.
Los problemas de juventud que está sufriendo el motor Renault de Alpine se han identificado. «No es el motor, sino la bomba de agua», admitido Laurent Rossi, CEO de Alpine, tras una reunión en Viry-Chatillon, la fábrica de los motores. «Esto provocó problemas de enfriamiento y, consecuentemente, a una cascada de sucesos: el motor se enfrió menos, el aceite se calentó, etc. creando más averías paralelas. Fernando pudo seguir pilotando y el motor funcionando, pero obviamente en condiciones no ideales. Preferimos detenerlo», relató Rossi sobre el abandono de Alonso.
Ya se detectó un fallo en la unidad de potencia, en concreto en el motor térmico (el ICE) entre la carrera de Bahréin y la de Arabia Saudí. En Jeddah, Alonso montó uno nuevo (solo se permiten tres en toda la temporada), conscientes de que el problema que tuvo en la primera cita debía ser investigado en la fábrica. El problema es que la segunda avería es un fallo endémico de nacimiento del coche, por lo que pueden verse a montar otra más. Tres unidades en tres carreras, con el consecuente gasto extra, no entraba en los planes de Alpine.
En un año con un límite presupuestario más que notable con respecto a lo vivido en campañas anteriores, cualquier fallo, avería, accidente o trabajo extra que obligue a un esfuerzo extra priva de recursos para una evolución necesaria para las siguientes carreras. En una campaña en la que Alpine puede dar un paso adelante, máxime con los problemas de McLaren y Aston Martin (rivales directos) y las dudas más que serias de Mercedes, no se pueden permitir perder el tren de Ferrari y Red Bull. Aunque sea desde lejos, deben seguirles.
En Alpine confían en que estos problemas de juventud no supongan un problema mayor de aquí a final de temporada. La de Australia será la última carrera lejos de Europa, donde la logística será más fácil y cualquier avería será solventable de manera más rápida. De momento, van a intentar que la unidad de potencia que lleve Alonso en Melbourne sea la que ya se empleó en Bahréin. Todo sea por ahorrar.
Ya se barruntaba en la pretemporada que la fiabilidad podía ser el gran obstáculo a superar en las primeras carreras de 2022. El cambio de normativa conllevó la llegada de unos nuevos motores, que además de adaptarse a unas nuevas ordenanzas, abría la puerta a nuevas averías no previstas.
Alpine ha sido uno de los equipos en sufrirlo. Dos Grandes Premios disputados, dos problemas en el coche de Fernando Alonso, el último que conllevó a la retirada por precaución. Lo que parecía que era un susto mínimo se ha convertido en una preocupación seria, por mucho que el piloto asturiano llame al optimismo, especialmente cuando se ha descubierto el problema concreto.
Los problemas de juventud que está sufriendo el motor Renault de Alpine se han identificado. «No es el motor, sino la bomba de agua», admitido Laurent Rossi, CEO de Alpine, tras una reunión en Viry-Chatillon, la fábrica de los motores. «Esto provocó problemas de enfriamiento y, consecuentemente, a una cascada de sucesos: el motor se enfrió menos, el aceite se calentó, etc. creando más averías paralelas. Fernando pudo seguir pilotando y el motor funcionando, pero obviamente en condiciones no ideales. Preferimos detenerlo», relató Rossi sobre el abandono de Alonso.
Ya se detectó un fallo en la unidad de potencia, en concreto en el motor térmico (el ICE) entre la carrera de Bahréin y la de Arabia Saudí. En Jeddah, Alonso montó uno nuevo (solo se permiten tres en toda la temporada), conscientes de que el problema que tuvo en la primera cita debía ser investigado en la fábrica. El problema es que la segunda avería es un fallo endémico de nacimiento del coche, por lo que pueden verse a montar otra más. Tres unidades en tres carreras, con el consecuente gasto extra, no entraba en los planes de Alpine.
En un año con un límite presupuestario más que notable con respecto a lo vivido en campañas anteriores, cualquier fallo, avería, accidente o trabajo extra que obligue a un esfuerzo extra priva de recursos para una evolución necesaria para las siguientes carreras. En una campaña en la que Alpine puede dar un paso adelante, máxime con los problemas de McLaren y Aston Martin (rivales directos) y las dudas más que serias de Mercedes, no se pueden permitir perder el tren de Ferrari y Red Bull. Aunque sea desde lejos, deben seguirles.
En Alpine confían en que estos problemas de juventud no supongan un problema mayor de aquí a final de temporada. La de Australia será la última carrera lejos de Europa, donde la logística será más fácil y cualquier avería será solventable de manera más rápida. De momento, van a intentar que la unidad de potencia que lleve Alonso en Melbourne sea la que ya se empleó en Bahréin. Todo sea por ahorrar.