Barcelona’ 92 y el origen del auge del deporte femenino en España: las pioneras que abrieron el camino del éxito

Que Mireia Belmonte, Maialen Chourraut o Lydia Valentín tengan -al menos- una medalla olímpica de cada metal en sus vitrinas es un hito extraordinario que, sin embargo, en pleno 2022 no sorprende a nadie. El éxito del deporte femenino es una realidad a la que estamos sobradamente acostumbrados, una felicidad que nos empuja sin querer al injusto error de creer que es fácil o que siempre fue la gloria el pan de cada día.
Pero esa veda, ese camino del éxito que tantas postales de ensueño acumula en los últimos años, se la debemos en gran parte a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. A 25 mujeres de las 129 de la delegación española que lucieron orgullosas sus medallas al cuello y pusieron en el mapa al deporte femenino nacional.
Las Miriam Blasco, Almudena Muñoz, Theresa Zabell, Patricia Guerra, Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez, Carolina Pascual, Natalia Via-Dufresne y las 16 integrantes del equipo de hockey. Ocho medallas para la historia, de las 22 totales logradas por España, que suponen la base en la que se ha ido construyendo la leyenda posterior.
Medallas logradas por mujeres en Barcelona’92

Oros:
​Equipo femenino de hockey
​Theresa Zabell/Patricia Guerra (vela)
​Almudena Muñoz (judo)
​Miriam Blasco (judo)

​Platas: ​Carolina Pascual (gimnasia rítmica)

​Arantxa Sánchez Vicario/Conchita Martínez (tenis)
​Natalia Via-Dufresne (vela)

​Bronce: Arantxa Sánchez Vicario (tenis)

El cuento que arrancó en París 1924 Lilí Álvarez, la primera mujer olímpica española, se fue llenando de capítulos y color con el paso de años, aunque, eso sí, a partir de 1960 en Roma, tras casi 40 años sin que ninguna mujer acudiera a las citas de los aros.
Pero Barcelona rompía una barrera, un techo de cristal destinado a convertirse en pedazos, para empezar, con la participación: 129 mujeres frente a las 31 de Seúl’88 o las 16 de Los Ángeles’ 84.
A partir de aquellos Juegos memorables -y a excepción de Atlanta’96 donde «sólo» acudieron 95-, la participación de mujeres en los JJOO nunca ha bajado del centenar, con el récord en las 143 de Río 2016, el equivalente moderno a Barcelona en lo que al éxito femenino se refiere: cuatro oros -los de Maialen Chourraut en piragüismo, Carolina Marín en bádminton, Mireia Belmonte en los 200m mariposa y Ruth Beitia en salto de altura-; tres platas -las de Eva Calvo en taekwondo, el equipo de gimnasia rítmica y el de baloncesto; y dos bronces -los de Lydia Valentín y el doblete de Mireia Belmonte en los 400m estilos-; además de 21 diplomas.
Una gesta de orgullo, esfuerzo, talento y dedicación que han ido creciendo a medida que la visibilidad de la mujer y su presencia en todos los ámbitos han ido incrementando también en la sociedad.
Los Juegos del 92 acabaron de golpe con todo prejuicio y las generaciones posteriores -y todo el equipo e instituciones que viven detrás para que todo sea posible- siguió en la dirección correcta que un caluroso e inolvidable verano en Barcelona señaló, rumbo hacia la fantástica realidad del deporte femenino español.

Barcelona’ 92 y el origen del auge del deporte femenino en España: las pioneras que abrieron el camino del éxito

Que Mireia Belmonte, Maialen Chourraut o Lydia Valentín tengan -al menos- una medalla olímpica de cada metal en sus vitrinas es un hito extraordinario que, sin embargo, en pleno 2022 no sorprende a nadie. El éxito del deporte femenino es una realidad a la que estamos sobradamente acostumbrados, una felicidad que nos empuja sin querer al injusto error de creer que es fácil o que siempre fue la gloria el pan de cada día. Pero esa veda, ese camino del éxito que tantas postales de ensueño acumula en los últimos años, se la debemos en gran parte a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. A 25 mujeres de las 129 de la delegación española que lucieron orgullosas sus medallas al cuello y pusieron en el mapa al deporte femenino nacional. Las Miriam Blasco, Almudena Muñoz, Theresa Zabell, Patricia Guerra, Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez, Carolina Pascual, Natalia Via-Dufresne y las 16 integrantes del equipo de hockey. Ocho medallas para la historia, de las 22 totales logradas por España, que suponen la base en la que se ha ido construyendo la leyenda posterior. Medallas logradas por mujeres en Barcelona'92 Oros: ​Equipo femenino de hockey ​Theresa Zabell/Patricia Guerra (vela) ​Almudena Muñoz (judo) ​Miriam Blasco (judo) ​Platas: ​Carolina Pascual (gimnasia rítmica) ​Arantxa Sánchez Vicario/Conchita Martínez (tenis) ​Natalia Via-Dufresne (vela) ​Bronce: Arantxa Sánchez Vicario (tenis) El cuento que arrancó en París 1924 Lilí Álvarez, la primera mujer olímpica española, se fue llenando de capítulos y color con el paso de años, aunque, eso sí, a partir de 1960 en Roma, tras casi 40 años sin que ninguna mujer acudiera a las citas de los aros. Pero Barcelona rompía una barrera, un techo de cristal destinado a convertirse en pedazos, para empezar, con la participación: 129 mujeres frente a las 31 de Seúl'88 o las 16 de Los Ángeles' 84. A partir de aquellos Juegos memorables -y a excepción de Atlanta'96 donde "sólo" acudieron 95-, la participación de mujeres en los JJOO nunca ha bajado del centenar, con el récord en las 143 de Río 2016, el equivalente moderno a Barcelona en lo que al éxito femenino se refiere: cuatro oros -los de Maialen Chourraut en piragüismo, Carolina Marín en bádminton, Mireia Belmonte en los 200m mariposa y Ruth Beitia en salto de altura-; tres platas -las de Eva Calvo en taekwondo, el equipo de gimnasia rítmica y el de baloncesto; y dos bronces -los de Lydia Valentín y el doblete de Mireia Belmonte en los 400m estilos-; además de 21 diplomas. Una gesta de orgullo, esfuerzo, talento y dedicación que han ido creciendo a medida que la visibilidad de la mujer y su presencia en todos los ámbitos han ido incrementando también en la sociedad. Los Juegos del 92 acabaron de golpe con todo prejuicio y las generaciones posteriores -y todo el equipo e instituciones que viven detrás para que todo sea posible- siguió en la dirección correcta que un caluroso e inolvidable verano en Barcelona señaló, rumbo hacia la fantástica realidad del deporte femenino español.

Que Mireia Belmonte, Maialen Chourraut o Lydia Valentín tengan -al menos- una medalla olímpica de cada metal en sus vitrinas es un hito extraordinario que, sin embargo, en pleno 2022 no sorprende a nadie. El éxito del deporte femenino es una realidad a la que estamos sobradamente acostumbrados, una felicidad que nos empuja sin querer al injusto error de creer que es fácil o que siempre fue la gloria el pan de cada día.

Pero esa veda, ese camino del éxito que tantas postales de ensueño acumula en los últimos años, se la debemos en gran parte a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. A 25 mujeres de las 129 de la delegación española que lucieron orgullosas sus medallas al cuello y pusieron en el mapa al deporte femenino nacional.

Las Miriam Blasco, Almudena Muñoz, Theresa Zabell, Patricia Guerra, Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez, Carolina Pascual, Natalia Via-Dufresne y las 16 integrantes del equipo de hockey. Ocho medallas para la historia, de las 22 totales logradas por España, que suponen la base en la que se ha ido construyendo la leyenda posterior.

Medallas logradas por mujeres en Barcelona’92

Oros:
​Equipo femenino de hockey
​Theresa Zabell/Patricia Guerra (vela)
​Almudena Muñoz (judo)
​Miriam Blasco (judo)

​Platas: ​Carolina Pascual (gimnasia rítmica)

​Arantxa Sánchez Vicario/Conchita Martínez (tenis)
​Natalia Via-Dufresne (vela)

​Bronce: Arantxa Sánchez Vicario (tenis)

El cuento que arrancó en París 1924 Lilí Álvarez, la primera mujer olímpica española, se fue llenando de capítulos y color con el paso de años, aunque, eso sí, a partir de 1960 en Roma, tras casi 40 años sin que ninguna mujer acudiera a las citas de los aros.

Pero Barcelona rompía una barrera, un techo de cristal destinado a convertirse en pedazos, para empezar, con la participación: 129 mujeres frente a las 31 de Seúl’88 o las 16 de Los Ángeles’ 84.

A partir de aquellos Juegos memorables -y a excepción de Atlanta’96 donde «sólo» acudieron 95-, la participación de mujeres en los JJOO nunca ha bajado del centenar, con el récord en las 143 de Río 2016, el equivalente moderno a Barcelona en lo que al éxito femenino se refiere: cuatro oros -los de Maialen Chourraut en piragüismo, Carolina Marín en bádminton, Mireia Belmonte en los 200m mariposa y Ruth Beitia en salto de altura-; tres platas -las de Eva Calvo en taekwondo, el equipo de gimnasia rítmica y el de baloncesto; y dos bronces -los de Lydia Valentín y el doblete de Mireia Belmonte en los 400m estilos-; además de 21 diplomas.

Una gesta de orgullo, esfuerzo, talento y dedicación que han ido creciendo a medida que la visibilidad de la mujer y su presencia en todos los ámbitos han ido incrementando también en la sociedad.

Los Juegos del 92 acabaron de golpe con todo prejuicio y las generaciones posteriores -y todo el equipo e instituciones que viven detrás para que todo sea posible- siguió en la dirección correcta que un caluroso e inolvidable verano en Barcelona señaló, rumbo hacia la fantástica realidad del deporte femenino español.