Carlos Alcaraz acaba con su título de promesa y postula a todo tras llegar a semifinales en Indian Wells

El segundo cara a cara entre Rafa Nadal y Carlos Alcaraz, en el hostil desierto californiano durante la madrugada de ayer, fue todo un espectáculo entre el mejor tenista español de la historia y un joven que cuenta con todos los ingredientes para suceder al ‘Big three’ (Federer, Djokovic y el balear) que ha dominado, y aún lo hace, el circuito con puño de hierro.
El manacorense llegaba con la ventaja de la experiencia, pues la sensación vivida en la central del Indian Wells fue parecida a lo que sucedió en Hamburgo en 2003, cuando él –con 17 años– se convirtió en verdugo de Carlos Moyá (5 del mundo entonces). Con ella, Nadal se había encargado de analizar a un joven al que diseccionó en rueda de prensa posteriormente: «Tiene todos los golpes. Puede jugar defensivo defendiendo bolas increíbles. Y cuando juega agresivo es difícil de parar», explicaba.
Si alguna de ellas relució en la pista fue el descaro de su tenis para hacerse con las riendas del encuentro, tal y como demostró con un arranque que dejó sin palabras a la grada. Esa personalidad, la misma que desprendía el joven de pelo largo, semblante serio y camiseta sin mangas que una vez fue Nadal, la desprendía en cada golpeo del pupilo de Ferrero.
Nadal, prevenido ante un rival que le exigía tratar el partido «como si jugara contra uno de los ocho mejores jugadores del mundo», resistió una embestida similar a la que hubiera propuesto Medvedev o el propio Djokovic, hasta ahora los dos únicos capaces de hacerle frente desde el otro lado de la red. El primer set fue para Rafa, algo que no impidió al joven tenista enseñar una cualidad de la que su rival es el máximo exponente, pero que a él también le sobra, la fortaleza mental. Con un set de distancia y un repentino viento huracanado, Carlos no varió ni un ápice el riesgo de sus golpeos. Así lo demostró con un globo milimétrico con el que mandaba un claro mensaje a Nadal, había llegado allí creyendo en el pase a la final.
En el tercero, Nadal acabó sellando su vigésima victoria seguida para meterse en la final, pero muchas cosas han cambiado desde el pasado mayo, cuando el balear arrasó al murciano. El niño que celebró su 18 cumpleaños con un duelo desigual en el Mutua Madrid Open ante su ídolo ya es hombre, y en menos de un año ha convertido un 6-1/6-2 en una maratón de tenis que mantuvo al jugador más en forma del momento con el ceño fruncido hasta el punto de partido.
Ayer Carlos no venció, pero la sensación es que lo hubiera hecho ante cualquiera que no hubiera sido el vigente campeón del Abierto de Australia. La afición española asistió a la presentación del hombre que asegurará más de una década de triunfos para el tenis español.
Un novato con temple de veterano

Tras un apabullante inicio, Alcaraz acusó la tensión patente en cada intercambio y cedió cuatro juegos seguidos. La rápida remontada de Nadal pudo minar la confianza del pupilo de Ferrero, sin embargo, el murciano no se precipitó y mantuvo el mismo nivel de intensidad, esperando la oportunidad que si aprovecho en el segundo set. En el cara a cara con Rafa, Carlos se sobrepuso en puntos de break salvados (71%-64%), y ganados (36% y 29%) lo que habla de la seguridad del joven tenista en momentos clave.

Carlos Alcaraz acaba con su título de promesa y postula a todo tras llegar a semifinales en Indian Wells

El segundo cara a cara entre Rafa Nadal y Carlos Alcaraz, en el hostil desierto californiano durante la madrugada de ayer, fue todo un espectáculo entre el mejor tenista español de la historia y un joven que cuenta con todos los ingredientes para suceder al 'Big three' (Federer, Djokovic y el balear) que ha dominado, y aún lo hace, el circuito con puño de hierro. El manacorense llegaba con la ventaja de la experiencia, pues la sensación vivida en la central del Indian Wells fue parecida a lo que sucedió en Hamburgo en 2003, cuando él –con 17 años– se convirtió en verdugo de Carlos Moyá (5 del mundo entonces). Con ella, Nadal se había encargado de analizar a un joven al que diseccionó en rueda de prensa posteriormente: "Tiene todos los golpes. Puede jugar defensivo defendiendo bolas increíbles. Y cuando juega agresivo es difícil de parar", explicaba. Si alguna de ellas relució en la pista fue el descaro de su tenis para hacerse con las riendas del encuentro, tal y como demostró con un arranque que dejó sin palabras a la grada. Esa personalidad, la misma que desprendía el joven de pelo largo, semblante serio y camiseta sin mangas que una vez fue Nadal, la desprendía en cada golpeo del pupilo de Ferrero. Nadal, prevenido ante un rival que le exigía tratar el partido "como si jugara contra uno de los ocho mejores jugadores del mundo", resistió una embestida similar a la que hubiera propuesto Medvedev o el propio Djokovic, hasta ahora los dos únicos capaces de hacerle frente desde el otro lado de la red. El primer set fue para Rafa, algo que no impidió al joven tenista enseñar una cualidad de la que su rival es el máximo exponente, pero que a él también le sobra, la fortaleza mental. Con un set de distancia y un repentino viento huracanado, Carlos no varió ni un ápice el riesgo de sus golpeos. Así lo demostró con un globo milimétrico con el que mandaba un claro mensaje a Nadal, había llegado allí creyendo en el pase a la final. En el tercero, Nadal acabó sellando su vigésima victoria seguida para meterse en la final, pero muchas cosas han cambiado desde el pasado mayo, cuando el balear arrasó al murciano. El niño que celebró su 18 cumpleaños con un duelo desigual en el Mutua Madrid Open ante su ídolo ya es hombre, y en menos de un año ha convertido un 6-1/6-2 en una maratón de tenis que mantuvo al jugador más en forma del momento con el ceño fruncido hasta el punto de partido. Ayer Carlos no venció, pero la sensación es que lo hubiera hecho ante cualquiera que no hubiera sido el vigente campeón del Abierto de Australia. La afición española asistió a la presentación del hombre que asegurará más de una década de triunfos para el tenis español. Un novato con temple de veterano Tras un apabullante inicio, Alcaraz acusó la tensión patente en cada intercambio y cedió cuatro juegos seguidos. La rápida remontada de Nadal pudo minar la confianza del pupilo de Ferrero, sin embargo, el murciano no se precipitó y mantuvo el mismo nivel de intensidad, esperando la oportunidad que si aprovecho en el segundo set. En el cara a cara con Rafa, Carlos se sobrepuso en puntos de break salvados (71%-64%), y ganados (36% y 29%) lo que habla de la seguridad del joven tenista en momentos clave.

El segundo cara a cara entre Rafa Nadal y Carlos Alcaraz, en el hostil desierto californiano durante la madrugada de ayer, fue todo un espectáculo entre el mejor tenista español de la historia y un joven que cuenta con todos los ingredientes para suceder al ‘Big three’ (Federer, Djokovic y el balear) que ha dominado, y aún lo hace, el circuito con puño de hierro.

El manacorense llegaba con la ventaja de la experiencia, pues la sensación vivida en la central del Indian Wells fue parecida a lo que sucedió en Hamburgo en 2003, cuando él –con 17 años– se convirtió en verdugo de Carlos Moyá (5 del mundo entonces). Con ella, Nadal se había encargado de analizar a un joven al que diseccionó en rueda de prensa posteriormente: «Tiene todos los golpes. Puede jugar defensivo defendiendo bolas increíbles. Y cuando juega agresivo es difícil de parar», explicaba.

Si alguna de ellas relució en la pista fue el descaro de su tenis para hacerse con las riendas del encuentro, tal y como demostró con un arranque que dejó sin palabras a la grada. Esa personalidad, la misma que desprendía el joven de pelo largo, semblante serio y camiseta sin mangas que una vez fue Nadal, la desprendía en cada golpeo del pupilo de Ferrero.

Nadal, prevenido ante un rival que le exigía tratar el partido «como si jugara contra uno de los ocho mejores jugadores del mundo«, resistió una embestida similar a la que hubiera propuesto Medvedev o el propio Djokovic, hasta ahora los dos únicos capaces de hacerle frente desde el otro lado de la red. El primer set fue para Rafa, algo que no impidió al joven tenista enseñar una cualidad de la que su rival es el máximo exponente, pero que a él también le sobra, la fortaleza mental. Con un set de distancia y un repentino viento huracanado, Carlos no varió ni un ápice el riesgo de sus golpeos. Así lo demostró con un globo milimétrico con el que mandaba un claro mensaje a Nadal, había llegado allí creyendo en el pase a la final.

En el tercero, Nadal acabó sellando su vigésima victoria seguida para meterse en la final, pero muchas cosas han cambiado desde el pasado mayo, cuando el balear arrasó al murciano. El niño que celebró su 18 cumpleaños con un duelo desigual en el Mutua Madrid Open ante su ídolo ya es hombre, y en menos de un año ha convertido un 6-1/6-2 en una maratón de tenis que mantuvo al jugador más en forma del momento con el ceño fruncido hasta el punto de partido.

Ayer Carlos no venció, pero la sensación es que lo hubiera hecho ante cualquiera que no hubiera sido el vigente campeón del Abierto de Australia. La afición española asistió a la presentación del hombre que asegurará más de una década de triunfos para el tenis español.

Un novato con temple de veterano

Tras un apabullante inicio, Alcaraz acusó la tensión patente en cada intercambio y cedió cuatro juegos seguidos. La rápida remontada de Nadal pudo minar la confianza del pupilo de Ferrero, sin embargo, el murciano no se precipitó y mantuvo el mismo nivel de intensidad, esperando la oportunidad que si aprovecho en el segundo set. En el cara a cara con Rafa, Carlos se sobrepuso en puntos de break salvados (71%-64%), y ganados (36% y 29%) lo que habla de la seguridad del joven tenista en momentos clave.