El lado oscuro del Barça campeón de Liga: otro ridículo en Champions, el ‘caso Negreira’…

Xavi Hernández ha logrado por fin el objetivo que se marcó, tanto él como el Barça, el día que se concretó su fichaje: ganar títulos. Ha tenido que ser en su segundo año, el primero completo, después de una restructuración enorme de la plantilla, pero ha devuelto al Barça donde por historia merece estar, primero con la Supercopa de España ante el Real Madrid, y después con una Liga que no ganaban desde 2019.
Sin embargo, no todo han sido noticias positivas para el Barcelona como equipo, club y entidad en esta campaña 2022/2023. Sí, en el mercado se pudieron mover mejor de lo esperado y conformaron un equipo que podía competir sobre el papel, por nombres, contra los más grandes de Europa y de España, pero se pusieron demasiadas piedras en su propia mochila antes de empezar a competir.
La victoria en el clásico en Miami de la pretemporada no ayudó. Crecieron aún más las expectativas, pero poco a poco la realidad se impuso. El equipo azulgrana fue competitivo en la Liga, desde el principio hasta el final, aunque fue en parte la incomparecencia del Real Madrid en la segunda vuelta la que les dio el impulso final necesario para llevarse el torneo de la regularidad.
Mientras el conjunto blanco aguantó el pulso, de hecho, perdieron 3-1 en el Santiago Bernabéu, apenas se mantuvieron segundos, y llegó el primer varapalo de la temporada: eliminados en Champions por segundo año consecutivo en fase de grupos, y de nuevo con Xavi en el banquillo. Es cierto que apenas tuvo cuota de culpa en la eliminación de 2021, más provocada por Ronald Koeman, pero en su primer año completo al frente el de Terrassa también fue incapaz de evitar el ridículo.
Llegó el Mundial y fue como un bálsamo para el Barça. Sin jugadores campeones del mundo con Argentina, la mayoría regresó de la cita en Qatar en mejor forma de la que se fueron, mientras sus aficionados celebraban la victoria de un Leo Messi por el que todavía suspiran. Con el Real Madrid sucedió al revés y ahí empezó a nacer la distancia con la que ganaron la Liga. Mientras, de fondo, el ‘caso Alves’ manchaba la trayectoria de una leyenda blaugrana, que por fortuna para el club ya no formaba parte de su disciplina.
Poco después, ya en febrero, se acumularían los dos episodios más negros de la temporada. Primero, ya en Europa League, el Barça empeoró su actuación del año anterior. En primera ronda, sin haber siquiera accedido como tal a la competición, empataron a dos en el Camp Nou con el Manchester United (un día después de destaparse el ‘caso Negreira’), sólo para perder con muy mala imagen en Old Trafford en la vuelta.
Y, sin embargo, aquello casi quedó en anécdota cuando salió a la luz el ‘caso Negreira’, uno que sí afectaba directamente al club, a su reputación, a su historia, a su palmarés y a su credibilidad. La Justicia española, investigando al Barcelona por haber pagado al vicepresidente del CTA durante 17 años la friolera de 7 millones de euros por presuntos informes arbitrales.
Un escándalo que sí ha hecho tambalearse la misma estructura del Barça y del fútbol español. Cuatro presidentes distintos, con ampliaciones sustanciales en los pagos durante la época dorada de aquel Barça donde el protagonista era entre otros el mismo Xavi futbolista. Y lo más importante: la sombra de la duda sobre la entidad catalana, sobre la legitimidad de sus éxitos. En medio, además, el 0-4 copero del Madrid en el Camp Nou.
Joan Laporta ha defendido al club de todas las formas posibles, hasta la saciedad, luchando contra una supuesta campaña orquestada desde Madrid para hundir al club, y con el motivo ulterior de hacerse con el control (Liga, RFEF) del Barça ya convertido a Sociedad Anónima Deportiva.
Ese, además, sigue siendo un problema que ningún título puede compensar ni ocultar. Una deuda galopante, malabares para sortear el límite financiero salarial de la Liga, problemas para inscribir a Gavi o Araújo en sus renovaciones, y una obsesión por seguir gastando y fichando incompatible con la realidad económica del club, cuyo patrimonio cada vez está más fragmentado y en manos de entidades como Goldman Sachs.
La traca final en este lado oscuro de la temporada barcelonista ha sido el enésimo intento de Laporta por recuperar a Messi. Buena estrategia para desviar la atención sobre el ‘caso Negreira’, pero mal plan para ilusionar a su afición, porque Messi parece muy lejos de Can Barça, y cada día un poco más. Un rechazo más derivado de la pobre salud financiera del equipo, inexistente al lado de la oferta del Al Hilal.

El lado oscuro del Barça campeón de Liga: otro ridículo en Champions, el ‘caso Negreira’…

Xavi Hernández ha logrado por fin el objetivo que se marcó, tanto él como el Barça, el día que se concretó su fichaje: ganar títulos. Ha tenido que ser en su segundo año, el primero completo, después de una restructuración enorme de la plantilla, pero ha devuelto al Barça donde por historia merece estar, primero con la Supercopa de España ante el Real Madrid, y después con una Liga que no ganaban desde 2019. Sin embargo, no todo han sido noticias positivas para el Barcelona como equipo, club y entidad en esta campaña 2022/2023. Sí, en el mercado se pudieron mover mejor de lo esperado y conformaron un equipo que podía competir sobre el papel, por nombres, contra los más grandes de Europa y de España, pero se pusieron demasiadas piedras en su propia mochila antes de empezar a competir. La victoria en el clásico en Miami de la pretemporada no ayudó. Crecieron aún más las expectativas, pero poco a poco la realidad se impuso. El equipo azulgrana fue competitivo en la Liga, desde el principio hasta el final, aunque fue en parte la incomparecencia del Real Madrid en la segunda vuelta la que les dio el impulso final necesario para llevarse el torneo de la regularidad. Mientras el conjunto blanco aguantó el pulso, de hecho, perdieron 3-1 en el Santiago Bernabéu, apenas se mantuvieron segundos, y llegó el primer varapalo de la temporada: eliminados en Champions por segundo año consecutivo en fase de grupos, y de nuevo con Xavi en el banquillo. Es cierto que apenas tuvo cuota de culpa en la eliminación de 2021, más provocada por Ronald Koeman, pero en su primer año completo al frente el de Terrassa también fue incapaz de evitar el ridículo. Llegó el Mundial y fue como un bálsamo para el Barça. Sin jugadores campeones del mundo con Argentina, la mayoría regresó de la cita en Qatar en mejor forma de la que se fueron, mientras sus aficionados celebraban la victoria de un Leo Messi por el que todavía suspiran. Con el Real Madrid sucedió al revés y ahí empezó a nacer la distancia con la que ganaron la Liga. Mientras, de fondo, el 'caso Alves' manchaba la trayectoria de una leyenda blaugrana, que por fortuna para el club ya no formaba parte de su disciplina. Poco después, ya en febrero, se acumularían los dos episodios más negros de la temporada. Primero, ya en Europa League, el Barça empeoró su actuación del año anterior. En primera ronda, sin haber siquiera accedido como tal a la competición, empataron a dos en el Camp Nou con el Manchester United (un día después de destaparse el 'caso Negreira'), sólo para perder con muy mala imagen en Old Trafford en la vuelta. Y, sin embargo, aquello casi quedó en anécdota cuando salió a la luz el 'caso Negreira', uno que sí afectaba directamente al club, a su reputación, a su historia, a su palmarés y a su credibilidad. La Justicia española, investigando al Barcelona por haber pagado al vicepresidente del CTA durante 17 años la friolera de 7 millones de euros por presuntos informes arbitrales. Un escándalo que sí ha hecho tambalearse la misma estructura del Barça y del fútbol español. Cuatro presidentes distintos, con ampliaciones sustanciales en los pagos durante la época dorada de aquel Barça donde el protagonista era entre otros el mismo Xavi futbolista. Y lo más importante: la sombra de la duda sobre la entidad catalana, sobre la legitimidad de sus éxitos. En medio, además, el 0-4 copero del Madrid en el Camp Nou. Joan Laporta ha defendido al club de todas las formas posibles, hasta la saciedad, luchando contra una supuesta campaña orquestada desde Madrid para hundir al club, y con el motivo ulterior de hacerse con el control (Liga, RFEF) del Barça ya convertido a Sociedad Anónima Deportiva. Ese, además, sigue siendo un problema que ningún título puede compensar ni ocultar. Una deuda galopante, malabares para sortear el límite financiero salarial de la Liga, problemas para inscribir a Gavi o Araújo en sus renovaciones, y una obsesión por seguir gastando y fichando incompatible con la realidad económica del club, cuyo patrimonio cada vez está más fragmentado y en manos de entidades como Goldman Sachs. La traca final en este lado oscuro de la temporada barcelonista ha sido el enésimo intento de Laporta por recuperar a Messi. Buena estrategia para desviar la atención sobre el 'caso Negreira', pero mal plan para ilusionar a su afición, porque Messi parece muy lejos de Can Barça, y cada día un poco más. Un rechazo más derivado de la pobre salud financiera del equipo, inexistente al lado de la oferta del Al Hilal.

Xavi Hernández ha logrado por fin el objetivo que se marcó, tanto él como el Barça, el día que se concretó su fichaje: ganar títulos. Ha tenido que ser en su segundo año, el primero completo, después de una restructuración enorme de la plantilla, pero ha devuelto al Barça donde por historia merece estar, primero con la Supercopa de España ante el Real Madrid, y después con una Liga que no ganaban desde 2019.

Sin embargo, no todo han sido noticias positivas para el Barcelona como equipo, club y entidad en esta campaña 2022/2023. Sí, en el mercado se pudieron mover mejor de lo esperado y conformaron un equipo que podía competir sobre el papel, por nombres, contra los más grandes de Europa y de España, pero se pusieron demasiadas piedras en su propia mochila antes de empezar a competir.

La victoria en el clásico en Miami de la pretemporada no ayudó. Crecieron aún más las expectativas, pero poco a poco la realidad se impuso. El equipo azulgrana fue competitivo en la Liga, desde el principio hasta el final, aunque fue en parte la incomparecencia del Real Madrid en la segunda vuelta la que les dio el impulso final necesario para llevarse el torneo de la regularidad.

Mientras el conjunto blanco aguantó el pulso, de hecho, perdieron 3-1 en el Santiago Bernabéu, apenas se mantuvieron segundos, y llegó el primer varapalo de la temporada: eliminados en Champions por segundo año consecutivo en fase de grupos, y de nuevo con Xavi en el banquillo. Es cierto que apenas tuvo cuota de culpa en la eliminación de 2021, más provocada por Ronald Koeman, pero en su primer año completo al frente el de Terrassa también fue incapaz de evitar el ridículo.

Llegó el Mundial y fue como un bálsamo para el Barça. Sin jugadores campeones del mundo con Argentina, la mayoría regresó de la cita en Qatar en mejor forma de la que se fueron, mientras sus aficionados celebraban la victoria de un Leo Messi por el que todavía suspiran. Con el Real Madrid sucedió al revés y ahí empezó a nacer la distancia con la que ganaron la Liga. Mientras, de fondo, el ‘caso Alves’ manchaba la trayectoria de una leyenda blaugrana, que por fortuna para el club ya no formaba parte de su disciplina.

Poco después, ya en febrero, se acumularían los dos episodios más negros de la temporada. Primero, ya en Europa League, el Barça empeoró su actuación del año anterior. En primera ronda, sin haber siquiera accedido como tal a la competición, empataron a dos en el Camp Nou con el Manchester United (un día después de destaparse el ‘caso Negreira’), sólo para perder con muy mala imagen en Old Trafford en la vuelta.

Y, sin embargo, aquello casi quedó en anécdota cuando salió a la luz el ‘caso Negreira’, uno que sí afectaba directamente al club, a su reputación, a su historia, a su palmarés y a su credibilidad. La Justicia española, investigando al Barcelona por haber pagado al vicepresidente del CTA durante 17 años la friolera de 7 millones de euros por presuntos informes arbitrales.

Un escándalo que sí ha hecho tambalearse la misma estructura del Barça y del fútbol español. Cuatro presidentes distintos, con ampliaciones sustanciales en los pagos durante la época dorada de aquel Barça donde el protagonista era entre otros el mismo Xavi futbolista. Y lo más importante: la sombra de la duda sobre la entidad catalana, sobre la legitimidad de sus éxitos. En medio, además, el 0-4 copero del Madrid en el Camp Nou.

Joan Laporta ha defendido al club de todas las formas posibles, hasta la saciedad, luchando contra una supuesta campaña orquestada desde Madrid para hundir al club, y con el motivo ulterior de hacerse con el control (Liga, RFEF) del Barça ya convertido a Sociedad Anónima Deportiva.

Ese, además, sigue siendo un problema que ningún título puede compensar ni ocultar. Una deuda galopante, malabares para sortear el límite financiero salarial de la Liga, problemas para inscribir a Gavi o Araújo en sus renovaciones, y una obsesión por seguir gastando y fichando incompatible con la realidad económica del club, cuyo patrimonio cada vez está más fragmentado y en manos de entidades como Goldman Sachs.

La traca final en este lado oscuro de la temporada barcelonista ha sido el enésimo intento de Laporta por recuperar a Messi. Buena estrategia para desviar la atención sobre el ‘caso Negreira’, pero mal plan para ilusionar a su afición, porque Messi parece muy lejos de Can Barça, y cada día un poco más. Un rechazo más derivado de la pobre salud financiera del equipo, inexistente al lado de la oferta del Al Hilal.