El rugby español ya fue advertido en 2020 por los tejemanejes con los jugadores nacionalizados

La selección española de rugby XV se ha ganado en el campo estar en los dos últimos Mundiales, el de Japón 2019 y el de Francia 2023, pero ninguno contará en su historial. En ambos casos, el mismo motivo: alineación indebida de jugadores extranjeros que no cumplían con los criterios de elegilibilidad según la regulación 8 de World Rugby.
En 2019 fueron los franceses Mathieu Bélie y Bastien Fuster, ambos de ascendencia española, los que privaron al ‘XV del León’ de estar en Japón y cuatro años después ha sido el sudafricano Gavin Van den Berg el que ha propiciado lo mismo. Por el camino, Alfonso Feijoo, presidente de la Federación Española de Rugby, ha dimitido (en diferido, con un mes de margen) dejando ver a las claras que algo no funciona bien en la gestión del balón ovalado.
Y no es porque no estuvieran advertidos desde hace años.
Remontémonos a 2020, en febrero. El mundo ya había oído hablar del Covid-19, pero la pandemia no había estallado y las competiciones seguían su curso con relativa normalidad. En esa normalidad entraba que hubiera varios jugadores españoles que estaban siendo mirados con lupa después de lo ocurrido en los partidos de clasificación de 2018 para el Mundial de 2019, por lo que Rumanía pidió una revisión de fichas ante las dudas que había al respecto.
No quedaba claro que cumplieran los criterios de elegibilidad, un concepto tan vacuo como crítico en esta situación, y entre los que generaban más dudas estaba el sudafricano John Wessel Bell. Aunque el jugador llevaba un tiempo en España (el arraigo es una idea clave, ya que era obligatorio que los jugadores estuvieran un tiempo en España, antes 3 años y ahora 5), desde la Federación prefirieron apartarle del equipo en febrero y hacer una consulta a World Rugby. Esta contestó en mayo que era elegible, tal y como informó la FER en un comunicado… en el que omiten la advertencia que les hicieron.
Aunque es cierto que felicitaron a la FER por haber hecho la consulta y por el modelo de Comité de Elegibilidad que van a implementar, en la misma resolución desde World Rugby expresan su «seria preocupación» acerca de la situación y acaban dándole una advertencia formal a la Federación: iban a estar vigilados a partir de ese momento… pero no se empleó toda la firmeza que hubieran deseado. Así se ha llegado a la situación que se ha llegado ahora.
No es el único detalle que desde la FER han omitido. En el comunicado en el que informaban de la exclusión del Mundial señalaban que España era multada con 25.000 libras, además de los cinco puntos descontados por la alineación de Van den Berg en los dos partidos en los que jugó, diez en total. Lo que omitieron es que, además, debían pagar las 50.000 libras que habían quedado en suspenso desde 2019 por el caso de Bélie y Fuster.
La gestión de los jugadores seleccionables le ha costado a España la descalificación de dos Mundiales y 75.000 libras, amén del bochorno reputacional que pende sobre el rugby español.
Casos de seleccionabilidad dudosa: la tragedia de Leauma
Fuentes consultadas por este medio aseguran que hay no uno, sino varios casos de lo que llaman como «seleccionabilidad dudosa» desde hace años, tanto en la selección española como en clubes de División de Honor. Este último punto es crítico: el argumento de la FER es que todos estos problemas vienen de parte de los clubes, que a su vez apuntan al órgano rector por no establecer normativas claras.
El caso de Van den Berg estalla en un partido que, ya de por sí, fue trágico para la selección española de manera literal. Kawa Leauma, de origen neozelandés-samoano, murió al caer de una azotea tras el encuentro contra Países Bajos.
Ambos debutaron con el XV del León en ese encuentro y hubiera habido un tercero, el neozelandés Siosiua Moala, que estaba inicialmente convocado. World Rugby le denegó la seleccionabilidad y se quedó fuera. La situación de Leauma también fue revisada pero, en su caso, sí se aceptó y pudo viajar a Países Bajos, donde finalmente perdió la vida. Aún así, como la selección neerlandesa había advertido que ya había jugado con la selección de Samoa sub20, aunque era elegible por España igual, lo retiraron de la convocatoria por precaución. El Comité de Elegibiliad del que ahora presume Feijoo había dado su OK, pero ni el ‘staff’ de la selección española se fiaba.
El caso Bell generó una seria preocupación en la FER porque se dieron cuenta de que, efectivamente, había varios jugadores en casos similares pero tampoco hicieron mucho por arreglarlo. Es más: se enredó aún más.
Uno de los más flagrantes es el de Nicolás Jurado, argentino, que además juega como pilar izquierdo, misma posición que Van den Berg: en noviembre de 2019 (cuando debutó con la selección española) era jugador de formación, en octubre de 2020 ya no, en octubre de 2021 vuelve a ser de formación y en marzo de 2022 lo mantiene pese a que la normativa ya ha cambiado.
Los jugadores de formación: canteranos que no lo son tanto
Según una circular de la propia Federación de Rugby, se consideran jugadores de formación a todos aquellos que en el periodo entre los 14 y los 22 años (ambos inclusive) hayan tenido licencia federativa por cualquier club afiliado a la FER o Federación Integrada en ella, durante al menos cuatro temporadas, consecutivas o no.
La propia FER establece que los clubes deben remitirles la documentación de todos aquellos jugadores extranjeros que no puedan ser considerados «de formación» en base a la normativa para que se les acredite la condición de seleccionables, siempre que hayan estado 36 meses (tres años) de manera continua en España. Si habían pedido la residencia desde enero de 2019, debían acreditar 60 meses de estancia en España con un límite de 60 días por año salvo causas justificadas.
Aquí es donde cazaron a Van den Berg, cuyas publicaciones en redes sociales detectaron que había vuelto a Sudáfrica en verano de 2021 y, por tanto, no podía ser seleccionable.
Uno de los problemas que hay en esta caótica situación es que se equiparan jugadores seleccionables con jugadores de formación o, dicho de otra manera, canteranos. Hasta enero de 2022, el plazo mínimo de residencia de cualquier jugador para ser considerado seleccionable era de tres años, periodo en el que se les consideraba de formación. A partir de ahora, ese periodo es de cinco… pero muchos siguen apareciendo con la ‘F’ como jugadores de formación en las actas de los partidos oficiales.
El caso del citado Moala es claro: en diciembre de 2021 no era seleccionable, se quedó fuera de la convocatoria para Países Bajos y en cambio ha seguido jugando como jugador de formación como si nada. Al igual que el polémico Van den Berg, como demuestra el acta del último partido de División de Honor en el que ambos jugaron, Moala con el VRAC Quesos Entrepinares y Van den Berg con el Lexus Alcobendas Rugby.
Según este acta oficial, bajo el membrete de la Federación Española de Rugby, ambos son jugadores de formación y por tanto potencialmente seleccionables. La normativa de World Rugby, en cambio, dice lo contrario y las consecuencias de este desajuste son las que todos han visto.
La situación no sólo afecta a los jugadores en la órbita de la selección sino a muchos otros que los clubes de primera y segunda han empleado para cumplir con los cupos o llegar a ser más competitivos. Lo que queda claro es que la normativa, o más bien su interpretación por parte de las autoridades, no está siendo todo lo limpia que el noble deporte merece.

El rugby español ya fue advertido en 2020 por los tejemanejes con los jugadores nacionalizados

La selección española de rugby XV se ha ganado en el campo estar en los dos últimos Mundiales, el de Japón 2019 y el de Francia 2023, pero ninguno contará en su historial. En ambos casos, el mismo motivo: alineación indebida de jugadores extranjeros que no cumplían con los criterios de elegilibilidad según la regulación 8 de World Rugby. En 2019 fueron los franceses Mathieu Bélie y Bastien Fuster, ambos de ascendencia española, los que privaron al 'XV del León' de estar en Japón y cuatro años después ha sido el sudafricano Gavin Van den Berg el que ha propiciado lo mismo. Por el camino, Alfonso Feijoo, presidente de la Federación Española de Rugby, ha dimitido (en diferido, con un mes de margen) dejando ver a las claras que algo no funciona bien en la gestión del balón ovalado. Y no es porque no estuvieran advertidos desde hace años. Remontémonos a 2020, en febrero. El mundo ya había oído hablar del Covid-19, pero la pandemia no había estallado y las competiciones seguían su curso con relativa normalidad. En esa normalidad entraba que hubiera varios jugadores españoles que estaban siendo mirados con lupa después de lo ocurrido en los partidos de clasificación de 2018 para el Mundial de 2019, por lo que Rumanía pidió una revisión de fichas ante las dudas que había al respecto. No quedaba claro que cumplieran los criterios de elegibilidad, un concepto tan vacuo como crítico en esta situación, y entre los que generaban más dudas estaba el sudafricano John Wessel Bell. Aunque el jugador llevaba un tiempo en España (el arraigo es una idea clave, ya que era obligatorio que los jugadores estuvieran un tiempo en España, antes 3 años y ahora 5), desde la Federación prefirieron apartarle del equipo en febrero y hacer una consulta a World Rugby. Esta contestó en mayo que era elegible, tal y como informó la FER en un comunicado... en el que omiten la advertencia que les hicieron. Aunque es cierto que felicitaron a la FER por haber hecho la consulta y por el modelo de Comité de Elegibilidad que van a implementar, en la misma resolución desde World Rugby expresan su "seria preocupación" acerca de la situación y acaban dándole una advertencia formal a la Federación: iban a estar vigilados a partir de ese momento... pero no se empleó toda la firmeza que hubieran deseado. Así se ha llegado a la situación que se ha llegado ahora. No es el único detalle que desde la FER han omitido. En el comunicado en el que informaban de la exclusión del Mundial señalaban que España era multada con 25.000 libras, además de los cinco puntos descontados por la alineación de Van den Berg en los dos partidos en los que jugó, diez en total. Lo que omitieron es que, además, debían pagar las 50.000 libras que habían quedado en suspenso desde 2019 por el caso de Bélie y Fuster. La gestión de los jugadores seleccionables le ha costado a España la descalificación de dos Mundiales y 75.000 libras, amén del bochorno reputacional que pende sobre el rugby español. Casos de seleccionabilidad dudosa: la tragedia de Leauma Fuentes consultadas por este medio aseguran que hay no uno, sino varios casos de lo que llaman como "seleccionabilidad dudosa" desde hace años, tanto en la selección española como en clubes de División de Honor. Este último punto es crítico: el argumento de la FER es que todos estos problemas vienen de parte de los clubes, que a su vez apuntan al órgano rector por no establecer normativas claras. El caso de Van den Berg estalla en un partido que, ya de por sí, fue trágico para la selección española de manera literal. Kawa Leauma, de origen neozelandés-samoano, murió al caer de una azotea tras el encuentro contra Países Bajos. Ambos debutaron con el XV del León en ese encuentro y hubiera habido un tercero, el neozelandés Siosiua Moala, que estaba inicialmente convocado. World Rugby le denegó la seleccionabilidad y se quedó fuera. La situación de Leauma también fue revisada pero, en su caso, sí se aceptó y pudo viajar a Países Bajos, donde finalmente perdió la vida. Aún así, como la selección neerlandesa había advertido que ya había jugado con la selección de Samoa sub20, aunque era elegible por España igual, lo retiraron de la convocatoria por precaución. El Comité de Elegibiliad del que ahora presume Feijoo había dado su OK, pero ni el 'staff' de la selección española se fiaba. El caso Bell generó una seria preocupación en la FER porque se dieron cuenta de que, efectivamente, había varios jugadores en casos similares pero tampoco hicieron mucho por arreglarlo. Es más: se enredó aún más. Uno de los más flagrantes es el de Nicolás Jurado, argentino, que además juega como pilar izquierdo, misma posición que Van den Berg: en noviembre de 2019 (cuando debutó con la selección española) era jugador de formación, en octubre de 2020 ya no, en octubre de 2021 vuelve a ser de formación y en marzo de 2022 lo mantiene pese a que la normativa ya ha cambiado. Los jugadores de formación: canteranos que no lo son tanto Según una circular de la propia Federación de Rugby, se consideran jugadores de formación a todos aquellos que en el periodo entre los 14 y los 22 años (ambos inclusive) hayan tenido licencia federativa por cualquier club afiliado a la FER o Federación Integrada en ella, durante al menos cuatro temporadas, consecutivas o no. La propia FER establece que los clubes deben remitirles la documentación de todos aquellos jugadores extranjeros que no puedan ser considerados "de formación" en base a la normativa para que se les acredite la condición de seleccionables, siempre que hayan estado 36 meses (tres años) de manera continua en España. Si habían pedido la residencia desde enero de 2019, debían acreditar 60 meses de estancia en España con un límite de 60 días por año salvo causas justificadas. Aquí es donde cazaron a Van den Berg, cuyas publicaciones en redes sociales detectaron que había vuelto a Sudáfrica en verano de 2021 y, por tanto, no podía ser seleccionable. Uno de los problemas que hay en esta caótica situación es que se equiparan jugadores seleccionables con jugadores de formación o, dicho de otra manera, canteranos. Hasta enero de 2022, el plazo mínimo de residencia de cualquier jugador para ser considerado seleccionable era de tres años, periodo en el que se les consideraba de formación. A partir de ahora, ese periodo es de cinco... pero muchos siguen apareciendo con la 'F' como jugadores de formación en las actas de los partidos oficiales. El caso del citado Moala es claro: en diciembre de 2021 no era seleccionable, se quedó fuera de la convocatoria para Países Bajos y en cambio ha seguido jugando como jugador de formación como si nada. Al igual que el polémico Van den Berg, como demuestra el acta del último partido de División de Honor en el que ambos jugaron, Moala con el VRAC Quesos Entrepinares y Van den Berg con el Lexus Alcobendas Rugby. Según este acta oficial, bajo el membrete de la Federación Española de Rugby, ambos son jugadores de formación y por tanto potencialmente seleccionables. La normativa de World Rugby, en cambio, dice lo contrario y las consecuencias de este desajuste son las que todos han visto. La situación no sólo afecta a los jugadores en la órbita de la selección sino a muchos otros que los clubes de primera y segunda han empleado para cumplir con los cupos o llegar a ser más competitivos. Lo que queda claro es que la normativa, o más bien su interpretación por parte de las autoridades, no está siendo todo lo limpia que el noble deporte merece.

La selección española de rugby XV se ha ganado en el campo estar en los dos últimos Mundiales, el de Japón 2019 y el de Francia 2023, pero ninguno contará en su historial. En ambos casos, el mismo motivo: alineación indebida de jugadores extranjeros que no cumplían con los criterios de elegilibilidad según la regulación 8 de World Rugby.

En 2019 fueron los franceses Mathieu Bélie y Bastien Fuster, ambos de ascendencia española, los que privaron al ‘XV del León’ de estar en Japón y cuatro años después ha sido el sudafricano Gavin Van den Berg el que ha propiciado lo mismo. Por el camino, Alfonso Feijoo, presidente de la Federación Española de Rugby, ha dimitido (en diferido, con un mes de margen) dejando ver a las claras que algo no funciona bien en la gestión del balón ovalado.

Y no es porque no estuvieran advertidos desde hace años.

Remontémonos a 2020, en febrero. El mundo ya había oído hablar del Covid-19, pero la pandemia no había estallado y las competiciones seguían su curso con relativa normalidad. En esa normalidad entraba que hubiera varios jugadores españoles que estaban siendo mirados con lupa después de lo ocurrido en los partidos de clasificación de 2018 para el Mundial de 2019, por lo que Rumanía pidió una revisión de fichas ante las dudas que había al respecto.

No quedaba claro que cumplieran los criterios de elegibilidad, un concepto tan vacuo como crítico en esta situación, y entre los que generaban más dudas estaba el sudafricano John Wessel Bell. Aunque el jugador llevaba un tiempo en España (el arraigo es una idea clave, ya que era obligatorio que los jugadores estuvieran un tiempo en España, antes 3 años y ahora 5), desde la Federación prefirieron apartarle del equipo en febrero y hacer una consulta a World Rugby. Esta contestó en mayo que era elegible, tal y como informó la FER en un comunicado… en el que omiten la advertencia que les hicieron.

Aunque es cierto que felicitaron a la FER por haber hecho la consulta y por el modelo de Comité de Elegibilidad que van a implementar, en la misma resolución desde World Rugby expresan su «seria preocupación» acerca de la situación y acaban dándole una advertencia formal a la Federación: iban a estar vigilados a partir de ese momento… pero no se empleó toda la firmeza que hubieran deseado. Así se ha llegado a la situación que se ha llegado ahora.

No es el único detalle que desde la FER han omitido. En el comunicado en el que informaban de la exclusión del Mundial señalaban que España era multada con 25.000 libras, además de los cinco puntos descontados por la alineación de Van den Berg en los dos partidos en los que jugó, diez en total. Lo que omitieron es que, además, debían pagar las 50.000 libras que habían quedado en suspenso desde 2019 por el caso de Bélie y Fuster.

La gestión de los jugadores seleccionables le ha costado a España la descalificación de dos Mundiales y 75.000 libras, amén del bochorno reputacional que pende sobre el rugby español.

Casos de seleccionabilidad dudosa: la tragedia de Leauma

Fuentes consultadas por este medio aseguran que hay no uno, sino varios casos de lo que llaman como «seleccionabilidad dudosa» desde hace años, tanto en la selección española como en clubes de División de Honor. Este último punto es crítico: el argumento de la FER es que todos estos problemas vienen de parte de los clubes, que a su vez apuntan al órgano rector por no establecer normativas claras.

El caso de Van den Berg estalla en un partido que, ya de por sí, fue trágico para la selección española de manera literal. Kawa Leauma, de origen neozelandés-samoano, murió al caer de una azotea tras el encuentro contra Países Bajos.

Ambos debutaron con el XV del León en ese encuentro y hubiera habido un tercero, el neozelandés Siosiua Moala, que estaba inicialmente convocado. World Rugby le denegó la seleccionabilidad y se quedó fuera. La situación de Leauma también fue revisada pero, en su caso, sí se aceptó y pudo viajar a Países Bajos, donde finalmente perdió la vida. Aún así, como la selección neerlandesa había advertido que ya había jugado con la selección de Samoa sub20, aunque era elegible por España igual, lo retiraron de la convocatoria por precaución. El Comité de Elegibiliad del que ahora presume Feijoo había dado su OK, pero ni el ‘staff’ de la selección española se fiaba.

El caso Bell generó una seria preocupación en la FER porque se dieron cuenta de que, efectivamente, había varios jugadores en casos similares pero tampoco hicieron mucho por arreglarlo. Es más: se enredó aún más.

Uno de los más flagrantes es el de Nicolás Jurado, argentino, que además juega como pilar izquierdo, misma posición que Van den Berg: en noviembre de 2019 (cuando debutó con la selección española) era jugador de formación, en octubre de 2020 ya no, en octubre de 2021 vuelve a ser de formación y en marzo de 2022 lo mantiene pese a que la normativa ya ha cambiado.

Los jugadores de formación: canteranos que no lo son tanto

Según una circular de la propia Federación de Rugby, se consideran jugadores de formación a todos aquellos que en el periodo entre los 14 y los 22 años (ambos inclusive) hayan tenido licencia federativa por cualquier club afiliado a la FER o Federación Integrada en ella, durante al menos cuatro temporadas, consecutivas o no.

La propia FER establece que los clubes deben remitirles la documentación de todos aquellos jugadores extranjeros que no puedan ser considerados «de formación» en base a la normativa para que se les acredite la condición de seleccionables, siempre que hayan estado 36 meses (tres años) de manera continua en España. Si habían pedido la residencia desde enero de 2019, debían acreditar 60 meses de estancia en España con un límite de 60 días por año salvo causas justificadas.

Aquí es donde cazaron a Van den Berg, cuyas publicaciones en redes sociales detectaron que había vuelto a Sudáfrica en verano de 2021 y, por tanto, no podía ser seleccionable.

Uno de los problemas que hay en esta caótica situación es que se equiparan jugadores seleccionables con jugadores de formación o, dicho de otra manera, canteranos. Hasta enero de 2022, el plazo mínimo de residencia de cualquier jugador para ser considerado seleccionable era de tres años, periodo en el que se les consideraba de formación. A partir de ahora, ese periodo es de cinco… pero muchos siguen apareciendo con la ‘F’ como jugadores de formación en las actas de los partidos oficiales.

El caso del citado Moala es claro: en diciembre de 2021 no era seleccionable, se quedó fuera de la convocatoria para Países Bajos y en cambio ha seguido jugando como jugador de formación como si nada. Al igual que el polémico Van den Berg, como demuestra el acta del último partido de División de Honor en el que ambos jugaron, Moala con el VRAC Quesos Entrepinares y Van den Berg con el Lexus Alcobendas Rugby.

Según este acta oficial, bajo el membrete de la Federación Española de Rugby, ambos son jugadores de formación y por tanto potencialmente seleccionables. La normativa de World Rugby, en cambio, dice lo contrario y las consecuencias de este desajuste son las que todos han visto.

La situación no sólo afecta a los jugadores en la órbita de la selección sino a muchos otros que los clubes de primera y segunda han empleado para cumplir con los cupos o llegar a ser más competitivos. Lo que queda claro es que la normativa, o más bien su interpretación por parte de las autoridades, no está siendo todo lo limpia que el noble deporte merece.