Eterno Real Madrid, el lado bueno de la Champions

El Madrid, otra vez campeón de Europa. Ocho finales consecutivas conquistadas es una auténtica barbaridad en la historia del deporte, pero ésta con un sabor especial por el maravilloso camino recorrido, por haber dejado por el camino a los dos clubes estado, PSG y City, al hasta ahora campeón de Europa, el Chelsea, y, en la finalísima, a un equipazo como el Liverpool. Sin duda, la Copa de Europa más complicada, más festejada, más sufrida y más disfrutada.
París no estuvo a la altura de la grandeza del evento. Fuera del fútbol, el caos organizativo de la seguridad, con un retraso impropio de un evento planetario, con una falta de planificación y poniendo en peligro a los aficionados que acudieron a lo que debería ser una fiesta del fútbol, debería tener unas consecuencias contundentes. Da vértigo pensar que en dos años se celebrarán unos Juegos Olímpicos allí. La UEFA, que ya la pifió con la repetición de un sorteo, rubricó su pésima imagen con un caos lamentable en la finalísima de la Champions.
En lo estrictamente futbolístico, el Liverpool demostró el gran equipazo que es, pero se encontró con un muro belga, un titán, el hombre del partido: Thibaut Courtois hizo hasta nueve paradas de todos los colores. El mejor portero del mundo será esta vez el protagonista de las pesadillas de Salah.
Aunque hubo quien se lo tomó a mal, Courtois tenía razón cuando dijo que jugar en el Madrid era estar en el lado bueno en la Champions. El equipo blanco es eterno en esta competición y sus datos son demoledores.
La gloria goleadora le corresponde a Vinicius, que escribe su nombre en la historia de la Champions el año de su espectacular progresión.
Carlo Ancelotti, el otro gran artífice de este maravilloso grupo, también escribió su página personal siendo el primer técnico el lograr cuatro Champions ante los ojos de un orgulloso Zidane. Da igual si Klopp, otro grande, le cortocircuitó en el primer tiempo. Esa mezcla de veteranos y noveles, como dice el histórico himno blanco, han vuelto a llevar al Madrid al cielo del fútbol.
Memorable el ejercicio defensivo del equipo blanco en la segunda parte, donde demostró esa capacidad de competir inigualable. Carvajal estuvo sublime, pero fueron muchos los jugadores que subieron su nivel cuando su equipo lo necesitó. El Madrid, en la Champions, no tiene parangón.

Eterno Real Madrid, el lado bueno de la Champions

El Madrid, otra vez campeón de Europa. Ocho finales consecutivas conquistadas es una auténtica barbaridad en la historia del deporte, pero ésta con un sabor especial por el maravilloso camino recorrido, por haber dejado por el camino a los dos clubes estado, PSG y City, al hasta ahora campeón de Europa, el Chelsea, y, en la finalísima, a un equipazo como el Liverpool. Sin duda, la Copa de Europa más complicada, más festejada, más sufrida y más disfrutada. París no estuvo a la altura de la grandeza del evento. Fuera del fútbol, el caos organizativo de la seguridad, con un retraso impropio de un evento planetario, con una falta de planificación y poniendo en peligro a los aficionados que acudieron a lo que debería ser una fiesta del fútbol, debería tener unas consecuencias contundentes. Da vértigo pensar que en dos años se celebrarán unos Juegos Olímpicos allí. La UEFA, que ya la pifió con la repetición de un sorteo, rubricó su pésima imagen con un caos lamentable en la finalísima de la Champions. En lo estrictamente futbolístico, el Liverpool demostró el gran equipazo que es, pero se encontró con un muro belga, un titán, el hombre del partido: Thibaut Courtois hizo hasta nueve paradas de todos los colores. El mejor portero del mundo será esta vez el protagonista de las pesadillas de Salah. Aunque hubo quien se lo tomó a mal, Courtois tenía razón cuando dijo que jugar en el Madrid era estar en el lado bueno en la Champions. El equipo blanco es eterno en esta competición y sus datos son demoledores. La gloria goleadora le corresponde a Vinicius, que escribe su nombre en la historia de la Champions el año de su espectacular progresión. Carlo Ancelotti, el otro gran artífice de este maravilloso grupo, también escribió su página personal siendo el primer técnico el lograr cuatro Champions ante los ojos de un orgulloso Zidane. Da igual si Klopp, otro grande, le cortocircuitó en el primer tiempo. Esa mezcla de veteranos y noveles, como dice el histórico himno blanco, han vuelto a llevar al Madrid al cielo del fútbol. Memorable el ejercicio defensivo del equipo blanco en la segunda parte, donde demostró esa capacidad de competir inigualable. Carvajal estuvo sublime, pero fueron muchos los jugadores que subieron su nivel cuando su equipo lo necesitó. El Madrid, en la Champions, no tiene parangón.

El Madrid, otra vez campeón de Europa. Ocho finales consecutivas conquistadas es una auténtica barbaridad en la historia del deporte, pero ésta con un sabor especial por el maravilloso camino recorrido, por haber dejado por el camino a los dos clubes estado, PSG y City, al hasta ahora campeón de Europa, el Chelsea, y, en la finalísima, a un equipazo como el Liverpool. Sin duda, la Copa de Europa más complicada, más festejada, más sufrida y más disfrutada.

París no estuvo a la altura de la grandeza del evento. Fuera del fútbol, el caos organizativo de la seguridad, con un retraso impropio de un evento planetario, con una falta de planificación y poniendo en peligro a los aficionados que acudieron a lo que debería ser una fiesta del fútbol, debería tener unas consecuencias contundentes. Da vértigo pensar que en dos años se celebrarán unos Juegos Olímpicos allí. La UEFA, que ya la pifió con la repetición de un sorteo, rubricó su pésima imagen con un caos lamentable en la finalísima de la Champions.

En lo estrictamente futbolístico, el Liverpool demostró el gran equipazo que es, pero se encontró con un muro belga, un titán, el hombre del partido: Thibaut Courtois hizo hasta nueve paradas de todos los colores. El mejor portero del mundo será esta vez el protagonista de las pesadillas de Salah.

Aunque hubo quien se lo tomó a mal, Courtois tenía razón cuando dijo que jugar en el Madrid era estar en el lado bueno en la Champions. El equipo blanco es eterno en esta competición y sus datos son demoledores.

La gloria goleadora le corresponde a Vinicius, que escribe su nombre en la historia de la Champions el año de su espectacular progresión.

Carlo Ancelotti, el otro gran artífice de este maravilloso grupo, también escribió su página personal siendo el primer técnico el lograr cuatro Champions ante los ojos de un orgulloso Zidane. Da igual si Klopp, otro grande, le cortocircuitó en el primer tiempo. Esa mezcla de veteranos y noveles, como dice el histórico himno blanco, han vuelto a llevar al Madrid al cielo del fútbol.

Memorable el ejercicio defensivo del equipo blanco en la segunda parte, donde demostró esa capacidad de competir inigualable. Carvajal estuvo sublime, pero fueron muchos los jugadores que subieron su nivel cuando su equipo lo necesitó. El Madrid, en la Champions, no tiene parangón.