Juega Luis Enrique
No me resulta fácil escribir o hablar sobre Luis Enrique. No tengo una idea muy formada sobre si me gusta, me enfada, me enamora, me cabrea, me sorprende o me decepciona. Quizá un poco de todo. Hay días que sí y hay días que no. Luis Enrique es uno de los personajes que más polarizan la opinión deportiva de este país. Él lo sabe, y le gusta, le encanta. Ahora llega su momento, una nación expectante ante su obra más personal, la selección española de fútbol, ese equipo tan peculiar que aparece cada dos años en nuestras vidas y eclipsa a todo y a todos. Porque desde el punto de vista de España, este es el mundial de Luis Enrique. Él es la parte más reconocible de esta selección. Tanto, que a veces parece que el que juega, el que gana, el que pierde es Luis Enrique, y ahí está el problema: juega España.
Luis Enrique no es un tipo especialmente apreciado en los medios de comunicación. No da entrevistas, pero es un chollo en las ruedas de prensa. Ahí él tiene ventaja: cada periodista puede hacer una pregunta de libre elección, pero no está autorizado a repreguntar o rebatir el discurso o la respuesta del entrenador. Lo dicho, una ventaja. Ahora, para tener un contacto más directo con los aficionados, sin filtros, según él mismo ha explicado, se ha hecho streamer. Tendrá su propia ventana en Twitch y podrá transmitir su mensaje sin intermediarios. Hace muy bien, seguro que de esas sesiones salen cosas divertidas, incluso importantes o noticiables. Además, estas apariciones no sustituirán a sus comparecencias ante los medios, así que las complementarán. Todos contentos.
Se rodea en su staff de gente joven, vital, fiel hasta el extremo, a veces hasta lo enfermizo
Entre la gente goza de más popularidad. Depende de dónde se pregunte, claro. No es lo mismo hacerlo en Madrid que en Barcelona. O en Gijón que en Oviedo. Pero en general, sus fans le van ganando la partida a sus haters. Al menos esa sensación me dan los mensajes de Whatsapp que recibo cada vez que juega España.
Luis Enrique es un gran entrenador. Es decidido, valiente, explora nuevas vías de preparación, de mejora. Ha confeccionado una lista de la que habla maravillas, el mejor grupo que ha entrenado, dice. Se rodea en su staff de gente joven, vital, fiel hasta el extremo, a veces hasta lo enfermizo. Le echan horas y profesionalidad. En ese sentido, creo que estamos en las mejores manos.
Pero Qatar promete batalla, y Luis Enrique embiste si ve que el ambiente se tuerce. Así que cuando empiecen a silbar las balas, que silbarán, haría mal Lucho en llevar a los futbolistas al frente. Bastante tienen los jugadores con la tensión del terreno de juego como para pensar que fuera de él se está librando otra guerra del mundo contra Luis Enrique. España ganó un Mundial con Del Bosque en el banquillo, la prueba más evidente de se puede triunfar siendo ‘un poco’ más conciliador.
No me resulta fácil escribir o hablar sobre Luis Enrique. No tengo una idea muy formada sobre si me gusta, me enfada, me enamora, me cabrea, me sorprende o me decepciona. Quizá un poco de todo. Hay días que sí y hay días que no. Luis Enrique es uno de los personajes que más polarizan la opinión deportiva de este país. Él lo sabe, y le gusta, le encanta. Ahora llega su momento, una nación expectante ante su obra más personal, la selección española de fútbol, ese equipo tan peculiar que aparece cada dos años en nuestras vidas y eclipsa a todo y a todos. Porque desde el punto de vista de España, este es el mundial de Luis Enrique. Él es la parte más reconocible de esta selección. Tanto, que a veces parece que el que juega, el que gana, el que pierde es Luis Enrique, y ahí está el problema: juega España.
Luis Enrique no es un tipo especialmente apreciado en los medios de comunicación. No da entrevistas, pero es un chollo en las ruedas de prensa. Ahí él tiene ventaja: cada periodista puede hacer una pregunta de libre elección, pero no está autorizado a repreguntar o rebatir el discurso o la respuesta del entrenador. Lo dicho, una ventaja. Ahora, para tener un contacto más directo con los aficionados, sin filtros, según él mismo ha explicado, se ha hecho streamer. Tendrá su propia ventana en Twitch y podrá transmitir su mensaje sin intermediarios. Hace muy bien, seguro que de esas sesiones salen cosas divertidas, incluso importantes o noticiables. Además, estas apariciones no sustituirán a sus comparecencias ante los medios, así que las complementarán. Todos contentos.
Se rodea en su staff de gente joven, vital, fiel hasta el extremo, a veces hasta lo enfermizo
Entre la gente goza de más popularidad. Depende de dónde se pregunte, claro. No es lo mismo hacerlo en Madrid que en Barcelona. O en Gijón que en Oviedo. Pero en general, sus fans le van ganando la partida a sus haters. Al menos esa sensación me dan los mensajes de Whatsapp que recibo cada vez que juega España.
Luis Enrique es un gran entrenador. Es decidido, valiente, explora nuevas vías de preparación, de mejora. Ha confeccionado una lista de la que habla maravillas, el mejor grupo que ha entrenado, dice. Se rodea en su staff de gente joven, vital, fiel hasta el extremo, a veces hasta lo enfermizo. Le echan horas y profesionalidad. En ese sentido, creo que estamos en las mejores manos.
Pero Qatar promete batalla, y Luis Enrique embiste si ve que el ambiente se tuerce. Así que cuando empiecen a silbar las balas, que silbarán, haría mal Lucho en llevar a los futbolistas al frente. Bastante tienen los jugadores con la tensión del terreno de juego como para pensar que fuera de él se está librando otra guerra del mundo contra Luis Enrique. España ganó un Mundial con Del Bosque en el banquillo, la prueba más evidente de se puede triunfar siendo ‘un poco’ más conciliador.