La conciencia social de Vettel y Hamilton se convierte en un problema para la Fórmula 1

La Fórmula 1 nunca ha sido proclive a involucrarse en los acontecimientos sociales que rodean los países que visitan. El ‘Gran Circo’ se ha tapado los ojos y la nariz en lugares como la Sudáfrica de los años del apartheid o más recientemente en China, Arabia Saudí o Bahréin, donde el respeto a los derechos humanos no siempre se adecúa a lo mínimamente aceptable.
Con el paso del tiempo, aunque poco a poco, sí ha habido voces que han elevado la voz ante las injusticias. En la actual generación, esa bandera del activismo la enarboló primero Lewis Hamilton, hasta el punto de que obligó a la Fórmula 1 a emprender una campaña que acabó siendo el movimiento ‘We Race As One’ («Corremos como uno») para fomentar la inclusión de todas las razas, sexos, identidades y demás. Al final se acabó diluyendo, pero el gesto quedó ahí.
Aunque el taladrante mensaje de Hamilton acabó generando una cierta incomodidad entre los propios pilotos, sí dejó claro que la Fórmula 1 ya no era la que miraba hacia otro lado con las injusticias. Varios pilotos, de manera más o menos discreta, han ido subiéndose a ese barco. El último, y uno de los más vehementes, es Sebastian Vettel.
Aliado LGTBQ+ y pagado por Arabia Saudí
Sebastian Vettel nunca fue de elevar la voz, al menos en estos asuntos, pero desde su llegada a Aston Martin en 2021 emprendió un nuevo camino. Coincidiendo con su salida del primer foco del escenario, ya que en el equipo inglés no está peleando ni mucho menos por victorias, ha empezado a involucrase en más causas.
Una imagen muy destacable de su primera campaña en el equipo con sede en Silverstone fue la de dar ejemplo, precisamente, en ese circuito. Se quedó limpiando la basura que habían dejado los fans, y puso el foco en que se debía ser sostenible también en este aspecto.
El asunto medioambiental ha sido un foco clave en el nuevo activismo de Vettel. «Si la Fórmula 1 no cambia podría desaparecer», declaró, e incluso expresó sus dudas acerca de si debía ser partícipe o no de este deporte que, por muchos intentos de ser ecológico, es evidentemente insostenible. ¿Cómo pueden fomentar la conciencia para frenar la contaminación y, a la vez, diseñar un calendario que lleva de Azerbaiyán a Canadá para luego volver a Europa?
Pero donde Vettel ha levantado más ampollas ha sido en su declaración pública de ser un aliado del movimiento LGTBQ+. El tetracampeón ha lucido el arcoíris en sus botas y asco en países como Hungría, bajo el régimen de Viktor Orban, o Arabia, que además en su caso le aporta parte de su sueldo. Aunque el régimen saudí está dando pasos para ponerse a la altura en la igualdad con las mujeres, aún queda mucho para que se pueda considerar un país respetable en este aspecto. El patrocinador principal de Aston Martin es Aramco, la petrolera nacional, lo que lo convierte en un pagador de Vettel.
También el asunto de la guerra de Ucrania fue foco de atención de los pilotos, y Vettel fue el primero en pedir el veto al GP de Rusia que, finalmente, no se celebrará.
Todos estos asuntos han colocado a la FIA y a Liberty Media, los dueños de la Fórmula 1, en una posición incómoda: ¿cómo negociar con unos países a los que, desde su propio deporte, están contradiciendo?
El presidente de la FIA, incómodo
Mohamed Ben Sulayem, presidente de la FIA desde el pasado mes de noviembre de 2021, se ha encontrado esta situación y no es sencilla. El dubaití ejemplifica a la perfección el crecimiento de la relevancia de Oriente Medio en el ‘statu quo’.
Preguntado recientemente sobre este activismo, el que fuera piloto de rallies contestó algo molesto. «A Niki Lauda y Alain Prost solo les importaba conducir. Ahora, Vettel conduce una bicicleta arcoíris, Lewis es un apasionado de los derechos humanos y Norris se ocupa de la salud mental. Todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa. Pero, para mí se trata de decidir si debemos imponer nuestras creencias en algo más allá que sobre el deporte todo el tiempo», se quejó en una entrevista a ‘GrandPrix247’.
Ante el revuelo, se vio forzado a matizar sus palabras: «Como piloto, siempre he creído en el deporte como catalizador del progreso de la sociedad. Por eso, promover la sostenibilidad, la diversidad y la inclusión es una prioridad clave de mi mandato. De la misma manera, valoro el compromiso de todos los pilotos y campeones por un futuro mejor».

As a driver, I have always believed in sport as a catalyst of progress in society. That is why promoting sustainability, diversity and inclusion is a key priority of my mandate. In the same way, I value the commitment of all drivers and champions for a better future.— Mohammed Ben Sulayem (@Ben_Sulayem) June 9, 2022
Muchos ven en este activismo de Hamilton o Vettel un problema desde el punto de vista competitivo. Los críticos con estos pilotos les acusan de estar pendientes de asuntos que les quitan el foco de lo deportivo y, por ende, de lo que realmente les ha hecho conocidos. Esto también es un problema para la Fórmula 1, que necesita de sus campeones al 100% cuando se bajan el casco… aunque luego fuera del circuito se dediquen a intentar hacer un mundo mejor.

La conciencia social de Vettel y Hamilton se convierte en un problema para la Fórmula 1

La Fórmula 1 nunca ha sido proclive a involucrarse en los acontecimientos sociales que rodean los países que visitan. El 'Gran Circo' se ha tapado los ojos y la nariz en lugares como la Sudáfrica de los años del apartheid o más recientemente en China, Arabia Saudí o Bahréin, donde el respeto a los derechos humanos no siempre se adecúa a lo mínimamente aceptable. Con el paso del tiempo, aunque poco a poco, sí ha habido voces que han elevado la voz ante las injusticias. En la actual generación, esa bandera del activismo la enarboló primero Lewis Hamilton, hasta el punto de que obligó a la Fórmula 1 a emprender una campaña que acabó siendo el movimiento 'We Race As One' ("Corremos como uno") para fomentar la inclusión de todas las razas, sexos, identidades y demás. Al final se acabó diluyendo, pero el gesto quedó ahí. Aunque el taladrante mensaje de Hamilton acabó generando una cierta incomodidad entre los propios pilotos, sí dejó claro que la Fórmula 1 ya no era la que miraba hacia otro lado con las injusticias. Varios pilotos, de manera más o menos discreta, han ido subiéndose a ese barco. El último, y uno de los más vehementes, es Sebastian Vettel. Aliado LGTBQ+ y pagado por Arabia Saudí Sebastian Vettel nunca fue de elevar la voz, al menos en estos asuntos, pero desde su llegada a Aston Martin en 2021 emprendió un nuevo camino. Coincidiendo con su salida del primer foco del escenario, ya que en el equipo inglés no está peleando ni mucho menos por victorias, ha empezado a involucrase en más causas. Una imagen muy destacable de su primera campaña en el equipo con sede en Silverstone fue la de dar ejemplo, precisamente, en ese circuito. Se quedó limpiando la basura que habían dejado los fans, y puso el foco en que se debía ser sostenible también en este aspecto. El asunto medioambiental ha sido un foco clave en el nuevo activismo de Vettel. "Si la Fórmula 1 no cambia podría desaparecer", declaró, e incluso expresó sus dudas acerca de si debía ser partícipe o no de este deporte que, por muchos intentos de ser ecológico, es evidentemente insostenible. ¿Cómo pueden fomentar la conciencia para frenar la contaminación y, a la vez, diseñar un calendario que lleva de Azerbaiyán a Canadá para luego volver a Europa? Pero donde Vettel ha levantado más ampollas ha sido en su declaración pública de ser un aliado del movimiento LGTBQ+. El tetracampeón ha lucido el arcoíris en sus botas y asco en países como Hungría, bajo el régimen de Viktor Orban, o Arabia, que además en su caso le aporta parte de su sueldo. Aunque el régimen saudí está dando pasos para ponerse a la altura en la igualdad con las mujeres, aún queda mucho para que se pueda considerar un país respetable en este aspecto. El patrocinador principal de Aston Martin es Aramco, la petrolera nacional, lo que lo convierte en un pagador de Vettel. También el asunto de la guerra de Ucrania fue foco de atención de los pilotos, y Vettel fue el primero en pedir el veto al GP de Rusia que, finalmente, no se celebrará. Todos estos asuntos han colocado a la FIA y a Liberty Media, los dueños de la Fórmula 1, en una posición incómoda: ¿cómo negociar con unos países a los que, desde su propio deporte, están contradiciendo? El presidente de la FIA, incómodo Mohamed Ben Sulayem, presidente de la FIA desde el pasado mes de noviembre de 2021, se ha encontrado esta situación y no es sencilla. El dubaití ejemplifica a la perfección el crecimiento de la relevancia de Oriente Medio en el 'statu quo'. Preguntado recientemente sobre este activismo, el que fuera piloto de rallies contestó algo molesto. "A Niki Lauda y Alain Prost solo les importaba conducir. Ahora, Vettel conduce una bicicleta arcoíris, Lewis es un apasionado de los derechos humanos y Norris se ocupa de la salud mental. Todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa. Pero, para mí se trata de decidir si debemos imponer nuestras creencias en algo más allá que sobre el deporte todo el tiempo", se quejó en una entrevista a 'GrandPrix247'. Ante el revuelo, se vio forzado a matizar sus palabras: "Como piloto, siempre he creído en el deporte como catalizador del progreso de la sociedad. Por eso, promover la sostenibilidad, la diversidad y la inclusión es una prioridad clave de mi mandato. De la misma manera, valoro el compromiso de todos los pilotos y campeones por un futuro mejor". As a driver, I have always believed in sport as a catalyst of progress in society. That is why promoting sustainability, diversity and inclusion is a key priority of my mandate. In the same way, I value the commitment of all drivers and champions for a better future.— Mohammed Ben Sulayem (@Ben_Sulayem) June 9, 2022 Muchos ven en este activismo de Hamilton o Vettel un problema desde el punto de vista competitivo. Los críticos con estos pilotos les acusan de estar pendientes de asuntos que les quitan el foco de lo deportivo y, por ende, de lo que realmente les ha hecho conocidos. Esto también es un problema para la Fórmula 1, que necesita de sus campeones al 100% cuando se bajan el casco... aunque luego fuera del circuito se dediquen a intentar hacer un mundo mejor.

La Fórmula 1 nunca ha sido proclive a involucrarse en los acontecimientos sociales que rodean los países que visitan. El ‘Gran Circo’ se ha tapado los ojos y la nariz en lugares como la Sudáfrica de los años del apartheid o más recientemente en China, Arabia Saudí o Bahréin, donde el respeto a los derechos humanos no siempre se adecúa a lo mínimamente aceptable.

Con el paso del tiempo, aunque poco a poco, sí ha habido voces que han elevado la voz ante las injusticias. En la actual generación, esa bandera del activismo la enarboló primero Lewis Hamilton, hasta el punto de que obligó a la Fórmula 1 a emprender una campaña que acabó siendo el movimiento ‘We Race As One’ («Corremos como uno») para fomentar la inclusión de todas las razas, sexos, identidades y demás. Al final se acabó diluyendo, pero el gesto quedó ahí.

Aunque el taladrante mensaje de Hamilton acabó generando una cierta incomodidad entre los propios pilotos, sí dejó claro que la Fórmula 1 ya no era la que miraba hacia otro lado con las injusticias. Varios pilotos, de manera más o menos discreta, han ido subiéndose a ese barco. El último, y uno de los más vehementes, es Sebastian Vettel.

Aliado LGTBQ+ y pagado por Arabia Saudí

Sebastian Vettel nunca fue de elevar la voz, al menos en estos asuntos, pero desde su llegada a Aston Martin en 2021 emprendió un nuevo camino. Coincidiendo con su salida del primer foco del escenario, ya que en el equipo inglés no está peleando ni mucho menos por victorias, ha empezado a involucrase en más causas.

Una imagen muy destacable de su primera campaña en el equipo con sede en Silverstone fue la de dar ejemplo, precisamente, en ese circuito. Se quedó limpiando la basura que habían dejado los fans, y puso el foco en que se debía ser sostenible también en este aspecto.

El asunto medioambiental ha sido un foco clave en el nuevo activismo de Vettel. «Si la Fórmula 1 no cambia podría desaparecer», declaró, e incluso expresó sus dudas acerca de si debía ser partícipe o no de este deporte que, por muchos intentos de ser ecológico, es evidentemente insostenible. ¿Cómo pueden fomentar la conciencia para frenar la contaminación y, a la vez, diseñar un calendario que lleva de Azerbaiyán a Canadá para luego volver a Europa?

Pero donde Vettel ha levantado más ampollas ha sido en su declaración pública de ser un aliado del movimiento LGTBQ+. El tetracampeón ha lucido el arcoíris en sus botas y asco en países como Hungría, bajo el régimen de Viktor Orban, o Arabia, que además en su caso le aporta parte de su sueldo. Aunque el régimen saudí está dando pasos para ponerse a la altura en la igualdad con las mujeres, aún queda mucho para que se pueda considerar un país respetable en este aspecto. El patrocinador principal de Aston Martin es Aramco, la petrolera nacional, lo que lo convierte en un pagador de Vettel.

También el asunto de la guerra de Ucrania fue foco de atención de los pilotos, y Vettel fue el primero en pedir el veto al GP de Rusia que, finalmente, no se celebrará.

Todos estos asuntos han colocado a la FIA y a Liberty Media, los dueños de la Fórmula 1, en una posición incómoda: ¿cómo negociar con unos países a los que, desde su propio deporte, están contradiciendo?

El presidente de la FIA, incómodo

Mohamed Ben Sulayem, presidente de la FIA desde el pasado mes de noviembre de 2021, se ha encontrado esta situación y no es sencilla. El dubaití ejemplifica a la perfección el crecimiento de la relevancia de Oriente Medio en el ‘statu quo’.

Preguntado recientemente sobre este activismo, el que fuera piloto de rallies contestó algo molesto. «A Niki Lauda y Alain Prost solo les importaba conducir. Ahora, Vettel conduce una bicicleta arcoíris, Lewis es un apasionado de los derechos humanos y Norris se ocupa de la salud mental. Todo el mundo tiene derecho a decir lo que piensa. Pero, para mí se trata de decidir si debemos imponer nuestras creencias en algo más allá que sobre el deporte todo el tiempo», se quejó en una entrevista a ‘GrandPrix247’.

Ante el revuelo, se vio forzado a matizar sus palabras: «Como piloto, siempre he creído en el deporte como catalizador del progreso de la sociedad. Por eso, promover la sostenibilidad, la diversidad y la inclusión es una prioridad clave de mi mandato. De la misma manera, valoro el compromiso de todos los pilotos y campeones por un futuro mejor».

As a driver, I have always believed in sport as a catalyst of progress in society. That is why promoting sustainability, diversity and inclusion is a key priority of my mandate. In the same way, I value the commitment of all drivers and champions for a better future.

— Mohammed Ben Sulayem (@Ben_Sulayem) June 9, 2022

Muchos ven en este activismo de Hamilton o Vettel un problema desde el punto de vista competitivo. Los críticos con estos pilotos les acusan de estar pendientes de asuntos que les quitan el foco de lo deportivo y, por ende, de lo que realmente les ha hecho conocidos. Esto también es un problema para la Fórmula 1, que necesita de sus campeones al 100% cuando se bajan el casco… aunque luego fuera del circuito se dediquen a intentar hacer un mundo mejor.