Larga vida a Ancelotti y Guardiola

De todos los duelos que nos esperan el próximo miércoles en el Etihad Stadium de Manchester, el Guardiola vs Ancelotti puede ser el que más clase tenga. Da gusto ver este enfrentamiento sabio y reposado en los banquillos, estas propuestas distintas y lógicas, valientes y precavidas. Solo uno será finalista en Estambul, pero todos sabemos que estamos ante los dos mejores entrenadores de Europa.
Les avalan sus títulos y sus trayectorias, pero también su manera de gestionar la mejor eliminatoria del mundo entre el City y el Real Madrid. Carlo y Pep se saludarán antes y después, hablarán antes y después y, pase lo que pase, seguirá existiendo entre ellos el respeto que se tienen los grandes artistas.
Es evidente que no son perfectos. Carlo tiene el colmillo retorcido de vez en cuando, no se muerde la lengua si tiene que denunciar un error arbitral o salir al centro del campo a señalar con el dedo. Pep está muy lejos de ‘mear colonia’: Es intenso, maneja todas las claves y sabe bajar al barro si hace falta. Solo Mou le sacó realmente de quicio en aquella mítica rueda de prensa en la que se dirigió con ironía al portugués como el «puto amo». Pero los dos entienden esto como una parte más del juego, se mantienen alerta uno al otro sin agredirse, sin pisar las zonas sensibles, que las hay.
Pep ya no habla de atletas para referirse a los jugadores del Real Madrid. El City no es un equipo de una zona pequeñita llamada Cataluña. No hay referencias peyorativas al fútbol del Madrid. Todo lo contrario, Guardiola habla del Madrid con la admiración con la que puede hacerlo cualquiera de los cien mil socios del club blanco. Dice que juegan mejor, que combinan mejor que hace un año, no hace cambios porque teme los arrebatos de los últimos minutos del Santiago Bernabéu y quiere estar listo para ellos con sus hombres titulares. No hay mejor manera de respetar al Real Madrid que dar por bueno ese 1-1 y querer dormir el encuentro en los últimos veinte minutos por mucho City y mucho Guardiola que seas.
Carlo rotará este fin de semana, masticará chicle a menos velocidad ante el Getafe, sopesará si Rüdiger se merece ser de nuevo el marcaje de Haaland y no recordará el miércoles que el gol del City en la ida llegó precedido de un saque de banda no pitado a favor del Madrid.
Son más de cien ruedas de prensa esta temporada del italiano, y ni un error. Preguntas muchas veces con sospechosa intención, temas candentes durante toda la temporada, una Liga perdida, y ni un error. Tiene mucho mérito. Este duelo, esta enorme batalla de jugadores que se nos avecina, lo es también de dos señores, dos caballeros. Cada plano televisivo de ambos en los banquillos engrandece el acontecimiento. Larga vida a Guardiola y Ancelotti.

Larga vida a Ancelotti y Guardiola

De todos los duelos que nos esperan el próximo miércoles en el Etihad Stadium de Manchester, el Guardiola vs Ancelotti puede ser el que más clase tenga. Da gusto ver este enfrentamiento sabio y reposado en los banquillos, estas propuestas distintas y lógicas, valientes y precavidas. Solo uno será finalista en Estambul, pero todos sabemos que estamos ante los dos mejores entrenadores de Europa. Les avalan sus títulos y sus trayectorias, pero también su manera de gestionar la mejor eliminatoria del mundo entre el City y el Real Madrid. Carlo y Pep se saludarán antes y después, hablarán antes y después y, pase lo que pase, seguirá existiendo entre ellos el respeto que se tienen los grandes artistas. Es evidente que no son perfectos. Carlo tiene el colmillo retorcido de vez en cuando, no se muerde la lengua si tiene que denunciar un error arbitral o salir al centro del campo a señalar con el dedo. Pep está muy lejos de 'mear colonia': Es intenso, maneja todas las claves y sabe bajar al barro si hace falta. Solo Mou le sacó realmente de quicio en aquella mítica rueda de prensa en la que se dirigió con ironía al portugués como el «puto amo». Pero los dos entienden esto como una parte más del juego, se mantienen alerta uno al otro sin agredirse, sin pisar las zonas sensibles, que las hay. Pep ya no habla de atletas para referirse a los jugadores del Real Madrid. El City no es un equipo de una zona pequeñita llamada Cataluña. No hay referencias peyorativas al fútbol del Madrid. Todo lo contrario, Guardiola habla del Madrid con la admiración con la que puede hacerlo cualquiera de los cien mil socios del club blanco. Dice que juegan mejor, que combinan mejor que hace un año, no hace cambios porque teme los arrebatos de los últimos minutos del Santiago Bernabéu y quiere estar listo para ellos con sus hombres titulares. No hay mejor manera de respetar al Real Madrid que dar por bueno ese 1-1 y querer dormir el encuentro en los últimos veinte minutos por mucho City y mucho Guardiola que seas. Carlo rotará este fin de semana, masticará chicle a menos velocidad ante el Getafe, sopesará si Rüdiger se merece ser de nuevo el marcaje de Haaland y no recordará el miércoles que el gol del City en la ida llegó precedido de un saque de banda no pitado a favor del Madrid. Son más de cien ruedas de prensa esta temporada del italiano, y ni un error. Preguntas muchas veces con sospechosa intención, temas candentes durante toda la temporada, una Liga perdida, y ni un error. Tiene mucho mérito. Este duelo, esta enorme batalla de jugadores que se nos avecina, lo es también de dos señores, dos caballeros. Cada plano televisivo de ambos en los banquillos engrandece el acontecimiento. Larga vida a Guardiola y Ancelotti.

De todos los duelos que nos esperan el próximo miércoles en el Etihad Stadium de Manchester, el Guardiola vs Ancelotti puede ser el que más clase tenga. Da gusto ver este enfrentamiento sabio y reposado en los banquillos, estas propuestas distintas y lógicas, valientes y precavidas. Solo uno será finalista en Estambul, pero todos sabemos que estamos ante los dos mejores entrenadores de Europa.

Les avalan sus títulos y sus trayectorias, pero también su manera de gestionar la mejor eliminatoria del mundo entre el City y el Real Madrid. Carlo y Pep se saludarán antes y después, hablarán antes y después y, pase lo que pase, seguirá existiendo entre ellos el respeto que se tienen los grandes artistas.

Es evidente que no son perfectos. Carlo tiene el colmillo retorcido de vez en cuando, no se muerde la lengua si tiene que denunciar un error arbitral o salir al centro del campo a señalar con el dedo. Pep está muy lejos de ‘mear colonia’: Es intenso, maneja todas las claves y sabe bajar al barro si hace falta. Solo Mou le sacó realmente de quicio en aquella mítica rueda de prensa en la que se dirigió con ironía al portugués como el «puto amo». Pero los dos entienden esto como una parte más del juego, se mantienen alerta uno al otro sin agredirse, sin pisar las zonas sensibles, que las hay.

Pep ya no habla de atletas para referirse a los jugadores del Real Madrid. El City no es un equipo de una zona pequeñita llamada Cataluña. No hay referencias peyorativas al fútbol del Madrid. Todo lo contrario, Guardiola habla del Madrid con la admiración con la que puede hacerlo cualquiera de los cien mil socios del club blanco. Dice que juegan mejor, que combinan mejor que hace un año, no hace cambios porque teme los arrebatos de los últimos minutos del Santiago Bernabéu y quiere estar listo para ellos con sus hombres titulares. No hay mejor manera de respetar al Real Madrid que dar por bueno ese 1-1 y querer dormir el encuentro en los últimos veinte minutos por mucho City y mucho Guardiola que seas.

Carlo rotará este fin de semana, masticará chicle a menos velocidad ante el Getafe, sopesará si Rüdiger se merece ser de nuevo el marcaje de Haaland y no recordará el miércoles que el gol del City en la ida llegó precedido de un saque de banda no pitado a favor del Madrid.

Son más de cien ruedas de prensa esta temporada del italiano, y ni un error. Preguntas muchas veces con sospechosa intención, temas candentes durante toda la temporada, una Liga perdida, y ni un error. Tiene mucho mérito. Este duelo, esta enorme batalla de jugadores que se nos avecina, lo es también de dos señores, dos caballeros. Cada plano televisivo de ambos en los banquillos engrandece el acontecimiento. Larga vida a Guardiola y Ancelotti.