Pep Guardiola y su tensión con la prensa española: se la tenía guardada por lo sucedido ante el Atlético

Hace ya justo diez años que Guardiola anunció que dejaba el FC Barcelona, pero su marcha del fútbol español no solo no ha contribuido a hacer su figura menos mediática en nuestro país sino, al contrario, la ha convertido en un foco constante de polémicas. A Pep o se le quiere o se le odia, no suele haber término medio con él. Y cada vez que hay un enfrentamiento entre un equipo suyo y uno español queda bien claro.
Entrenador de éxito allá donde ha ido –desde Barcelona a Mánchester pasando por Múnich, su palmarés habla por sí mismo– sus opiniones trascienden más allá del fútbol. Su marcada postura en favor del independentismo catalán le han granjeado un número mayor de detractores y a la vez también de defensores acérrimos. El lazo amarillo en su pecho se convirtió, allá por 2017-2018, en una prenda más de su vestuario. Cuando la Premier League le prohibió exhibirlo, se las ingenió para hacerlo visible siempre que era posible.
Con la prensa, sucede igual. Dejó grandes amigos y periodistas que le defienden a capa y espada y también cuentas pendientes. Pasan los años y las heridas no terminan de curarse: cualquier pequeño enganchón, por nimio que parezca, es suficiente para que la guerra fría estalle de nuevo.
En esta ocasión, el incendio comenzó en la pasada eliminatoria de la Champions, la que enfrentó en los cuartos de final al Manchester City con el Atlético de Madrid. Tras el partido de ida, que finalizó con 1-0 para los ingleses después de un partido en el que los rojiblancos se encerraron atrás descaradamente (llegando por momentos a usar un sistema 5-5-0 con todos los jugadores defendiendo), Pep Guardiola dejó una frase polémica. «En la Prehistoria, hoy y en 100.000 años atacar contra cinco y cinco es muy difícil», soltó el técnico catalán.
Buena parte de la prensa interpretó como una crítica sibilina, sutil e hiriente: ¿estaba insinuando que el Atlético jugaba como un equipo de la Prehistoria? Todo indicaba que sí, pese a que él se encargó de negarlo enérgicamente.
Lo sucedido molestó profundamente a Pep, que se la guardó. Considera el de Santpedor que da igual lo que diga, que la prensa española lo va a retorcer, a manipular, lo que sea necesario para avivar una nueva polémica y azuzar a la afición contra él.
Tenía Guardiola un plan, que vio la luz tras el partido ante el Real Madrid: contestaría las preguntas de la prensa española, pero sin decir nada, con monosílabos o frases vacías. Ricardo Sierra, periodista de Movistar+ (la televisión con los derechos de la Champions) le hizo una entrevista con preguntas estrictamente deportiva y las respuestas dejaron claro sus nulas ganas de contestar: «No, no, ha sido igual de divertido que para los aficionados», «así ha sido, así ha sido», «lo hemos dado todo, hemos hecho un gran partido ante ya sabemos que equipo y en una semana iremos a Madrid», «ellos juegan, las ocasiones a veces se aciertan y otras se fallan», «intentaremos hacer un buen partido en Madrid», «ahora es Leeds, nos jugamos la liga», «felicitarles», «yo tampoco lo sé» y «hemos jugado muy bien» fueron sus lacónicas frases. Preguntas más largas que las respuestas, en nueve ocasiones, pese al respeto del periodista.
A Pep se le preguntó por ello en la rueda de prensa, pero el técnico no quiso entrar. «Ustedes me preguntan y yo respondo, lo he hecho siempre en 12 o 13 años como entrenador», contestó sobre que si estaba molesto con la prensa española. Su actitud con los ingleses fue radicalmente contraria, explayándose, como es habitual, en sus contestaciones. «Espero no ser haber sido arisco con vosotros», se despidió, con sorna. Las heridas no

Pep Guardiola y su tensión con la prensa española: se la tenía guardada por lo sucedido ante el Atlético

Hace ya justo diez años que Guardiola anunció que dejaba el FC Barcelona, pero su marcha del fútbol español no solo no ha contribuido a hacer su figura menos mediática en nuestro país sino, al contrario, la ha convertido en un foco constante de polémicas. A Pep o se le quiere o se le odia, no suele haber término medio con él. Y cada vez que hay un enfrentamiento entre un equipo suyo y uno español queda bien claro. Entrenador de éxito allá donde ha ido –desde Barcelona a Mánchester pasando por Múnich, su palmarés habla por sí mismo– sus opiniones trascienden más allá del fútbol. Su marcada postura en favor del independentismo catalán le han granjeado un número mayor de detractores y a la vez también de defensores acérrimos. El lazo amarillo en su pecho se convirtió, allá por 2017-2018, en una prenda más de su vestuario. Cuando la Premier League le prohibió exhibirlo, se las ingenió para hacerlo visible siempre que era posible. Con la prensa, sucede igual. Dejó grandes amigos y periodistas que le defienden a capa y espada y también cuentas pendientes. Pasan los años y las heridas no terminan de curarse: cualquier pequeño enganchón, por nimio que parezca, es suficiente para que la guerra fría estalle de nuevo. En esta ocasión, el incendio comenzó en la pasada eliminatoria de la Champions, la que enfrentó en los cuartos de final al Manchester City con el Atlético de Madrid. Tras el partido de ida, que finalizó con 1-0 para los ingleses después de un partido en el que los rojiblancos se encerraron atrás descaradamente (llegando por momentos a usar un sistema 5-5-0 con todos los jugadores defendiendo), Pep Guardiola dejó una frase polémica. "En la Prehistoria, hoy y en 100.000 años atacar contra cinco y cinco es muy difícil", soltó el técnico catalán. Buena parte de la prensa interpretó como una crítica sibilina, sutil e hiriente: ¿estaba insinuando que el Atlético jugaba como un equipo de la Prehistoria? Todo indicaba que sí, pese a que él se encargó de negarlo enérgicamente. Lo sucedido molestó profundamente a Pep, que se la guardó. Considera el de Santpedor que da igual lo que diga, que la prensa española lo va a retorcer, a manipular, lo que sea necesario para avivar una nueva polémica y azuzar a la afición contra él. Tenía Guardiola un plan, que vio la luz tras el partido ante el Real Madrid: contestaría las preguntas de la prensa española, pero sin decir nada, con monosílabos o frases vacías. Ricardo Sierra, periodista de Movistar+ (la televisión con los derechos de la Champions) le hizo una entrevista con preguntas estrictamente deportiva y las respuestas dejaron claro sus nulas ganas de contestar: "No, no, ha sido igual de divertido que para los aficionados", "así ha sido, así ha sido", "lo hemos dado todo, hemos hecho un gran partido ante ya sabemos que equipo y en una semana iremos a Madrid", "ellos juegan, las ocasiones a veces se aciertan y otras se fallan", "intentaremos hacer un buen partido en Madrid", "ahora es Leeds, nos jugamos la liga", "felicitarles", "yo tampoco lo sé" y "hemos jugado muy bien" fueron sus lacónicas frases. Preguntas más largas que las respuestas, en nueve ocasiones, pese al respeto del periodista. A Pep se le preguntó por ello en la rueda de prensa, pero el técnico no quiso entrar. "Ustedes me preguntan y yo respondo, lo he hecho siempre en 12 o 13 años como entrenador", contestó sobre que si estaba molesto con la prensa española. Su actitud con los ingleses fue radicalmente contraria, explayándose, como es habitual, en sus contestaciones. "Espero no ser haber sido arisco con vosotros", se despidió, con sorna. Las heridas no

Hace ya justo diez años que Guardiola anunció que dejaba el FC Barcelona, pero su marcha del fútbol español no solo no ha contribuido a hacer su figura menos mediática en nuestro país sino, al contrario, la ha convertido en un foco constante de polémicas. A Pep o se le quiere o se le odia, no suele haber término medio con él. Y cada vez que hay un enfrentamiento entre un equipo suyo y uno español queda bien claro.

Entrenador de éxito allá donde ha ido –desde Barcelona a Mánchester pasando por Múnich, su palmarés habla por sí mismo– sus opiniones trascienden más allá del fútbol. Su marcada postura en favor del independentismo catalán le han granjeado un número mayor de detractores y a la vez también de defensores acérrimos. El lazo amarillo en su pecho se convirtió, allá por 2017-2018, en una prenda más de su vestuario. Cuando la Premier League le prohibió exhibirlo, se las ingenió para hacerlo visible siempre que era posible.

Con la prensa, sucede igual. Dejó grandes amigos y periodistas que le defienden a capa y espada y también cuentas pendientes. Pasan los años y las heridas no terminan de curarse: cualquier pequeño enganchón, por nimio que parezca, es suficiente para que la guerra fría estalle de nuevo.

En esta ocasión, el incendio comenzó en la pasada eliminatoria de la Champions, la que enfrentó en los cuartos de final al Manchester City con el Atlético de Madrid. Tras el partido de ida, que finalizó con 1-0 para los ingleses después de un partido en el que los rojiblancos se encerraron atrás descaradamente (llegando por momentos a usar un sistema 5-5-0 con todos los jugadores defendiendo), Pep Guardiola dejó una frase polémica. «En la Prehistoria, hoy y en 100.000 años atacar contra cinco y cinco es muy difícil», soltó el técnico catalán.

Buena parte de la prensa interpretó como una crítica sibilina, sutil e hiriente: ¿estaba insinuando que el Atlético jugaba como un equipo de la Prehistoria? Todo indicaba que sí, pese a que él se encargó de negarlo enérgicamente.

Lo sucedido molestó profundamente a Pep, que se la guardó. Considera el de Santpedor que da igual lo que diga, que la prensa española lo va a retorcer, a manipular, lo que sea necesario para avivar una nueva polémica y azuzar a la afición contra él.

Tenía Guardiola un plan, que vio la luz tras el partido ante el Real Madrid: contestaría las preguntas de la prensa española, pero sin decir nada, con monosílabos o frases vacías. Ricardo Sierra, periodista de Movistar+ (la televisión con los derechos de la Champions) le hizo una entrevista con preguntas estrictamente deportiva y las respuestas dejaron claro sus nulas ganas de contestar: «No, no, ha sido igual de divertido que para los aficionados», «así ha sido, así ha sido», «lo hemos dado todo, hemos hecho un gran partido ante ya sabemos que equipo y en una semana iremos a Madrid», «ellos juegan, las ocasiones a veces se aciertan y otras se fallan», «intentaremos hacer un buen partido en Madrid», «ahora es Leeds, nos jugamos la liga», «felicitarles», «yo tampoco lo sé» y «hemos jugado muy bien» fueron sus lacónicas frases. Preguntas más largas que las respuestas, en nueve ocasiones, pese al respeto del periodista.

A Pep se le preguntó por ello en la rueda de prensa, pero el técnico no quiso entrar. «Ustedes me preguntan y yo respondo, lo he hecho siempre en 12 o 13 años como entrenador», contestó sobre que si estaba molesto con la prensa española. Su actitud con los ingleses fue radicalmente contraria, explayándose, como es habitual, en sus contestaciones. «Espero no ser haber sido arisco con vosotros», se despidió, con sorna. Las heridas no