Valencia CF: una Copa para olvidar las penas

La Copa del Rey se ha convertido para el valencianismo en una forma de olvidar las penas, dejar de lado las diferencias con la propiedad del club y rememorar grandes momentos de la entidad. Ante el Betis, en la final de este sábado de La Cartuja (22 horas), el club che buscará volver a levantar el torneo del KO tres años después de hacerlo en mayo de 2019 tras ganar al FC Barcelona también en Sevilla.
El club vive instalado en una guerra civil que parece no tener fin, con una gran parte de la afición radicalmente enfrentada contra el dueño, Peter Lim, y contra su representante en Valencia, el presidente Anil Murthy. Tras varios años en los que el conjunto che se codeó con los grandes de la mano de Marcelino (varias clasificaciones para la Champions, donde llegó a los octavos en 2020, el citado título copero de 2019…), llegó el desmantelamiento deportivo debido a las apreturas económicas. Salieron jugadores del peso deportivo y la calidad de Dani Parejo, Rodrigo Moreno, Ferran Torres, Geoffrey Kondogbia o Francis Coquelin, y a cambio llegaron jugadores que se ha demostrado que no estaban a su altura.
El resultado fue el esperado. El equipo pasó de estar entre los cuatro mejores de la Liga a llegar a coquetear con el descenso en la temporada 2020/21 para acabar en tierra de nueva y sin ninguna ambición deportiva.
Esta temporada, la apuesta fue por José Bordalás, entrenador de éxito reciente en la Liga con el Getafe, pero siempre sin respaldo económico. Pese a un inicio esperanzador, llegando incluso a soñar con el liderato, se pasó rápidamente a la mitad de la tabla. Europa nunca ha estado lejos, pero la realidad del día a día ha esfumado esa posibilidad vía la Liga. Las dos últimas derrotas –ante Osasuna en Mestalla y el Villarreal en La Cerámica con la cabeza más en la Copa que otra cosa– han acabado definitivamente con esa posibilidad.
Así, el torneo del KO se ha convertido en la gran esperanza del valencianismo… y también del club. La clasificación europea sería importante no solo a nivel deportivo, también económico, clave para conseguir remontar a un club histórico que no vive sus mejores momentos.
Esta final es un hilo de esperanza una afición ansiosa por vivir un gran éxito del equipo al que tanto ama y por el que tanto sufre. El torneo se ha convertido en una fuente de alegrías para el valencianismo y, mientras el club vuelve al lugar que le corresponde, buena es una Copa.

Valencia CF: una Copa para olvidar las penas

La Copa del Rey se ha convertido para el valencianismo en una forma de olvidar las penas, dejar de lado las diferencias con la propiedad del club y rememorar grandes momentos de la entidad. Ante el Betis, en la final de este sábado de La Cartuja (22 horas), el club che buscará volver a levantar el torneo del KO tres años después de hacerlo en mayo de 2019 tras ganar al FC Barcelona también en Sevilla. El club vive instalado en una guerra civil que parece no tener fin, con una gran parte de la afición radicalmente enfrentada contra el dueño, Peter Lim, y contra su representante en Valencia, el presidente Anil Murthy. Tras varios años en los que el conjunto che se codeó con los grandes de la mano de Marcelino (varias clasificaciones para la Champions, donde llegó a los octavos en 2020, el citado título copero de 2019...), llegó el desmantelamiento deportivo debido a las apreturas económicas. Salieron jugadores del peso deportivo y la calidad de Dani Parejo, Rodrigo Moreno, Ferran Torres, Geoffrey Kondogbia o Francis Coquelin, y a cambio llegaron jugadores que se ha demostrado que no estaban a su altura. El resultado fue el esperado. El equipo pasó de estar entre los cuatro mejores de la Liga a llegar a coquetear con el descenso en la temporada 2020/21 para acabar en tierra de nueva y sin ninguna ambición deportiva. Esta temporada, la apuesta fue por José Bordalás, entrenador de éxito reciente en la Liga con el Getafe, pero siempre sin respaldo económico. Pese a un inicio esperanzador, llegando incluso a soñar con el liderato, se pasó rápidamente a la mitad de la tabla. Europa nunca ha estado lejos, pero la realidad del día a día ha esfumado esa posibilidad vía la Liga. Las dos últimas derrotas –ante Osasuna en Mestalla y el Villarreal en La Cerámica con la cabeza más en la Copa que otra cosa– han acabado definitivamente con esa posibilidad. Así, el torneo del KO se ha convertido en la gran esperanza del valencianismo... y también del club. La clasificación europea sería importante no solo a nivel deportivo, también económico, clave para conseguir remontar a un club histórico que no vive sus mejores momentos. Esta final es un hilo de esperanza una afición ansiosa por vivir un gran éxito del equipo al que tanto ama y por el que tanto sufre. El torneo se ha convertido en una fuente de alegrías para el valencianismo y, mientras el club vuelve al lugar que le corresponde, buena es una Copa.

La Copa del Rey se ha convertido para el valencianismo en una forma de olvidar las penas, dejar de lado las diferencias con la propiedad del club y rememorar grandes momentos de la entidad. Ante el Betis, en la final de este sábado de La Cartuja (22 horas), el club che buscará volver a levantar el torneo del KO tres años después de hacerlo en mayo de 2019 tras ganar al FC Barcelona también en Sevilla.

El club vive instalado en una guerra civil que parece no tener fin, con una gran parte de la afición radicalmente enfrentada contra el dueño, Peter Lim, y contra su representante en Valencia, el presidente Anil Murthy. Tras varios años en los que el conjunto che se codeó con los grandes de la mano de Marcelino (varias clasificaciones para la Champions, donde llegó a los octavos en 2020, el citado título copero de 2019…), llegó el desmantelamiento deportivo debido a las apreturas económicas. Salieron jugadores del peso deportivo y la calidad de Dani Parejo, Rodrigo Moreno, Ferran Torres, Geoffrey Kondogbia o Francis Coquelin, y a cambio llegaron jugadores que se ha demostrado que no estaban a su altura.

El resultado fue el esperado. El equipo pasó de estar entre los cuatro mejores de la Liga a llegar a coquetear con el descenso en la temporada 2020/21 para acabar en tierra de nueva y sin ninguna ambición deportiva.

Esta temporada, la apuesta fue por José Bordalás, entrenador de éxito reciente en la Liga con el Getafe, pero siempre sin respaldo económico. Pese a un inicio esperanzador, llegando incluso a soñar con el liderato, se pasó rápidamente a la mitad de la tabla. Europa nunca ha estado lejos, pero la realidad del día a día ha esfumado esa posibilidad vía la Liga. Las dos últimas derrotas –ante Osasuna en Mestalla y el Villarreal en La Cerámica con la cabeza más en la Copa que otra cosa– han acabado definitivamente con esa posibilidad.

Así, el torneo del KO se ha convertido en la gran esperanza del valencianismo… y también del club. La clasificación europea sería importante no solo a nivel deportivo, también económico, clave para conseguir remontar a un club histórico que no vive sus mejores momentos.

Esta final es un hilo de esperanza una afición ansiosa por vivir un gran éxito del equipo al que tanto ama y por el que tanto sufre. El torneo se ha convertido en una fuente de alegrías para el valencianismo y, mientras el club vuelve al lugar que le corresponde, buena es una Copa.